Piltrafillas, vaya por delante que la Suicide Squad de David Ayers no tuvo
críticas demasiado buenas y en cambio a mi me pareció entretenida (vedlo aquí). Será que mi
nivel de exigencia es alarmantemente bajo a la hora de no tomarme demasiado en
serio películas de tipos disfrazados y con nombres ridículos. Sea como sea,
aquella no es comparable a esta. Tampoco es algo que tenga mucho mérito porque
viniendo del artífice del éxito de las entregas de Guardianes de la Galaxia, era
de esperar que un nivel superior de locura, exceso, humor y diversión estuviese
asegurado. Así que, dirigida y escrita por James Gunn –que afirma con acierto
que ni estamos ante una secuela ni un reboot, sino ante un producto con entidad
propia– esta, digamos, versión paralela de Suicide Squad a la que el realizador
ha añadido el artículo THE al principio como para expresar que es lo mismo pero
sin serlo, era firme candidata a ser vista por este que os escribe. En el
extenso reparto podemos encontrar a Idris Elba, John Cena, Daniela Melchior,
Juan Diego Botto o David Dastmalchian junto a Margot Robbie, Joel Kinnaman y
Viola Davis, que repiten tras su paso por la versión de Ayers. En cuanto al
argumento, es lo de menos ya que, a grandes rasgos, es el mismo que el de su
película hermana. Amanda Waller de ARGUS propone a un grupo de convictos en una
prisión de alta seguridad que participen en una misión encubierta para el
gobierno a cambio de reducir sus condenas. A partir de ahí, el despiporre.
Y es que –además de muchas otras cosas– si algo tiene de bueno The Suicide
Squad es que no se toma en serio a si misma. Es decir, que no hablamos de
Batman, ni de Superman, ni de Wonder Woman ni de villanos como Lex Luthor o
Joker. Aquí tenemos a gentuza de segunda división, un puñado de frikis como el
hombre que lanza lunares de colores, el tarado Pacificador, una chica que se
comunica con las ratas o un tiburón que habla –con la voz de Sylvester Stallone–
luchando contra una gigantesca estrella de mar de colorines que protagoniza una
última parte de la película que es un kaiju bizarro y pasado de vueltas. Y es
como si Gunn nos dijese “Hey, esto es una gran mamarrachada. Hagámosla a lo
grande y disfrutemos de ello”. Así, totalmente libre del corsé de Walt Disney
Studios al haber conseguido para esta película la clasificación de mayores de 18
años, el realizador –que inició su carrera en Troma bajo el ala de Lloyd
Kaufman, ved aquí su debut– da rienda suelta a todo su humor negro y nos regala
esta gamberrada violenta y gore. Pues eso, que lo único que importa ante una
propuesta de este tipo es... ¿me lo he pasado bien? Y ya os digo que me lo he
pasado teta, amigos.
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