Pues sí, amigos y amigas, hoy os traigo a Ronnie Montrose. De este malogrado guitarrista de San Francisco ya hemos comentado su trayectoria junto a Hagar o en Gamma algunos de nosotros –te recomiendo que releas las entradas que ha protagonizado en el blog– por lo que está de más que os dé la brasa ahora con datos de su vida y obra. Sin embargo, para aportar otro punto de vista sobre su multifacética carrera me viene de perilla este The speed of sound –en su edición canadiense–, un álbum instrumental que editó bajo su nombre.
Producido por Ronnie en los Music annex studios ocupándose de todas las guitarras y la percusión electrónica, contó con la colaboración de su fiel amigo y compañero en Gamma Glenn Letsch al bajo, de Johnny Badanjek a la batería y de Pat Feehan a los sintetizadores. La portada –diseñada también por Ronnie– corrió a cargo de los Pat Johnson studios y el track list fue:
A
Mach 1
Black box
Hyper-Thrust
Monolith
Zero G
B
Telstar
Sidewinder
Windshear
VTOL
Outer marker inbound
En cuanto a mis comentarios, lo cierto es que se hace difícil hablar sobre
una obra instrumental a no ser que uno sea músico o tenga los conocimientos
necesarios –no es el caso, evidentemente– para explayarse en las técnicas
empleadas. Así que ya me esmeraré algo más en mis siguientes entradas. Lo
que sí puedo deciros es que está más cerca de unos
Gamma con su uso de teclados que
de unos más rockeros
Montrose con
Sammy Hagar a las voces, aunque
el background de
Ronnie está bastante
influenciado por el jazz, lo que queda claro en proyectos más personales
como este que hoy me ocupa. Melodioso, a ratos tranquilo y a ratos
ambiental, es un álbum para disfrutar relajado en el que en algunos momentos
brillan ciertas pinceladas más alegres y enérgicas –sin fliparse tampoco, no
vayáis a creer– como el tema inicial o
Windshear. Pese a ser instrumental y ochentero, la verdad es que no destila tanto
virtuosismo como otras obras por el estilo de la época (cosas de
Vinnie Moore, Joey Tafolla, Marty Friedman, Tony Macalpine o
Joe Satriani por ejemplo) pero
por contra posee una mayor carga de sentimiento y emoción. Es otro de esos
discos que –como la mayoría– debe disfrutarse con unos buenos auriculares,
tumbado en la cama o en el sofá, con los sentidos envueltos por la
música.
En resumen, que si –como yo, en este blog hay buenas pruebas de ello– a finales de los 80 eras un fan de los mencionados discos instrumentales de guitarristas, no te defraudará este álbum. Si huías de ellos como de la peste, no pierdas el tiempo y disfruta a Ronnie en sus otros proyectos.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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