Hoy os voy a hablar de Animal Man, el segundo y último disco de los Rogue Male –al menos hasta su fugaz regreso veinte años después–, una banda que tiene su origen en Belfast a finales de los 70, cuando el cantante y guitarrista norirlandés Jim Lyttle que provenía de la escena punk decidió trasladarse a Londres para poner en marcha un proyecto que aunase el punk rock con lo que se estaba cociendo en la escena metálica bajo el apelativo de NWOBHM. En los primeros 80 sufren varios cambios de formación hasta que en 1983 fichan por Music for Nations que les edita su disco de debut y con una imagen entre futurista, new wave y metalera de chicos malos, ponen en circulación un First visit –no se estrujan mucho el cerebro con el título, la verdad– que no obtiene malas críticas y les permite incluso hacer una gira por los Estados Unidos. El disco no es una gran obra de heavy metal, pero esa mezcla de estilos no suena mal del todo y resulta muy entretenido pese a que el sonido patina un poco. Sin embargo, cuando un año después se edita el álbum que hoy os comento... bueno, el resultado no es el que Lyttle esperaba, ni el que yo imaginaba cuando me hice con el vinilo. Si hace poco os comentaba una compra a ciegas que había finalizado en éxito, esta vez –pese a tener algunas pistas del sonido de la banda– las cosas no salieron bien del todo. Por lo menos, el disco está en excelente estado, quizás porque su anterior o anteriores propietarios lo escucharon poco.
Según el líder del grupo comentó en una entrevista, el problema fue que el primer disco costó 10.000 libras y él pudo mantener el control creativo mientras que Animal Man se encareció hasta las 80.000 libras y fue la compañía de discos la que tomó el control creativo. Yo añadiría que alguien se gastó el dinero en polvo blanco, porque el sonido ni advirtió ese aumento de presupuesto que me había hecho pensar erróneamente que Animal Man iba a sonar mejor que su predecesor. En resumen, que lo comentado y una nueva remezcla que Elektra records realizó para el mercado norteamericano acabaron por enemistar a Lyttle con Music for Nations y dar al traste con la carrera de Rogue Male. Pero no lloréis. Si os soy sincero, el mundo no se perdió gran cosa. Sea como sea, aunque sólo tengamos el cuenta el aspecto documental, hay que reivindicar a esas bandas que tuvieron una oportunidad y por la razón que sea no la supieron aprovechar. Pero ¿qué queréis?, no siempre os puedo traer joyas de la historia de la música. ¿Significa eso que el disco es una mierda? Pues no del todo, aunque su sonido es bastante lineal y la producción un poco embarullada, para qué engañarnos.
Total, que producido por Steve James con Bob Musso entre los Marquee studios y los PRT studios con el mencionado Jim Lyttle a las voces y guitarra, John Fraiser-Binnie a la guitarra solista, Kevin Collier al bajo y Danny Fury a la batería, el disco –con portada de vergüenza ajena a cargo de Paul Cox– tuvo el siguiente track list:
A
Progress
L.U.S.T.
Take no shit
You’re on fire
The real me
B
Animal man
Belfast
Job centre
Low rider
The passing
De los temas, la verdad es que hay poco que decir. Lo primero que escuchamos al depositar la aguja sobre el surco es Progress, un tema distópico sobre tecnología que es resultón aunque algo repetitivo y que nos da las claves sobre lo que vamos a encontrar en toda la obra, un sonido mezcla de post punk, hard rock y metal con una producción bastante sucia que –pese a los orígenes de Lyttle– dudo que fuese buscada. Más jebimetalera es L.U.S.T. aunque la parte vocal vuelve a enturbiar el resultado. Y así todo. Take no shit es un poco más NWOBHM tirando a metal poco pulido, interesante si no fuese –de nuevo– por la voz gritona y cazallosa de Lyttle. Por contra, You’re on fire es un tema speedico al que la suciedad le va bien. Cierra la cara The real me, con un sonido igual de horrible y unas voces que me repatean el hígado aunque su cadencia hard rockera me hace tenerle cierto cariño.
La cara B comienza muy esperanzadora con Animal man y ese inicio tan metalero, dando como resultado un tema bastante salvable. Realmente, con otra producción, el álbum hubiese ganado muchos enteros, tanto os digo una cosa como la otra. Belfast es incluso pegadiza y se acerca mucho a unos Killing Joke, para que os hagáis una idea. Job centre es de las que más me gustan –aunque tiene poco de NWOBHM– y Low rider comienza como un más que aceptable hard rock, hasta que se vuelve repetitivo, lo mismo que la última The passing, aunque esta me acaba envolviendo en su melodía.
En fin, un vinilo con el que tengo una relación de amor/odio pero al que
creo que –aunque sólo sea una vez– debéis dedicar una escucha atenta y
cariñosa. Quién sabe si sabréis encontrarle facetas que no he sido capaz de
descubrir. Y si no, pensad que un día estos tipos tuvieron un sueño y
lucharon por él, que es más que lo que muchos hemos hecho en la vida. Viva
la música.
¡Feliz viernes!
@KingPiltrafilla
Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com
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