domingo, 27 de mayo de 2018

Los archivos del Pentágono (2017)


Mi segunda reseña del día es para Los archivos del Pentágono, cinta con otro de esos estúpidos cambios de título que parecen tratar al espectador de imbécil, cuando el original The Post refleja mucho mejor –además de ser el título puesto por su autor– lo que el argumento nos explica. Pero lo dejo ahí, que el tema no tiene solución. Total, que con dirección de Steven Spielberg y un reparto encabezado por los soberbios Meryl Streep y Tom Hanks que incluye a Bob “Better call Saul” Odenkirk, lo que nos cuenta la película es la historia real del The Washington Post y la decisión que tomó en un momento crucial de su historia cuando, en verano del 71 –después de que la Administración Nixon obligase al The New York Times a dejar de hacerlo– optó por publicar una serie de artículos relacionados con un estudio del Secretario de Defensa que ponía en cuestión las decisiones del Pentágono sobre la guerra en Vietnam a lo largo de varios mandatos presidenciales. 


Los archivos del Pentágono es, además de un canto a la libertad de prensa, un torpedo contra las políticas actuales de la Administración Trump y sus intentos por controlar la información. Actitudes como la del terco director Bradlee y la plantilla del Post provocan cierta envidia en unos tiempos en los que –en nuestro país pero supongo que también en el resto del mundo– la prensa escrita se encuentra en un retroceso de credibilidad, formando parte de conglomerados empresariales afines al poder y dominada por bancos de los que depende su viabilidad. También es todo un alegato feminista que retrata la determinación y valentía de Katharine Graham –que se encuentra al frente del The Washington Post tras el suicidio de su marido, a quien el padre de ella había dejado el periódico– en una época en la que, cuando los hombres comenzaban a hablar de política, sus mujeres cambiaban de habitación. En resumen, que sin estar ante una cinta espectacular, Spielberg la ha dotado de un ritmo y naturalidad que hace que nos sintamos como si nos hubiésemos trasladado a ese momento y –contagiados por el espíritu periodístico de Bradlee y los suyos– estuviésemos asistiendo desde primera fila a un momento histórico.

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