Piltrafillas, ayer no anduve por estos lares pues tuve que asistir a una celebración familiar que puedo resumir en conceptos como el quinto coño, montaña, humedad... y cantidad de comida. Hay gente que cuando llega octubre dice aquello de que tiene que cambiar la ropa del armario, que digo yo que serán los que se gastan el sueldo en trapos, porque yo tengo todo el año colgadas las camisas en el mismo sitio, junto a la chaqueta para cuando haga frío. Pues bien, en los restaurantes –sobre todo en los de montaña- tampoco ponen el aire acondicionado cuando llega octubre, aunque la humedad le moje a uno la piel y se junten varias decenas de personas en un espacio reducido. Total, que se me hizo complicado disfrutar de la comida cuando de lo que tenía ganas era de salir –escapar- del local para respirar. Aún así –como imaginaréis- no me quedé con hambre.
Los entrantes se componían de una ensalada completa –lechuga, tomate, maiz, palmitos, anchoas, aceitunas, cebolla, pasas, atún-, croquetas caseras de jamón, calamares a la romana y tortilla de patatas. No había canapés de caviar –el sitio era bastante informal-, pero ni falta que hacía. Luego llegó una especie de híbrido de arroz negro y paella con muy buen sabor -aunque el grano estaba poco suelto y algo duro- que colmó mi apetito para días. Incluso me tocó una gamba. Habia caído ya una botella entera de vino blanco del Penedès cuando los camareros retiraron los platos y nos trajeron cazuelas de pollo asado con botifarra. No me cabía nada, pero no era cuestión de hacer un feo a los anfitriones. Ahí me pasé al tinto y al agua mineral. Llegado a ese punto previo al reventón –sudando por el alcohol, la humedad, el ambiente cerrado y el exceso cometido con las viandas- me agazapé en una posición cercana a la mesa de los postres y ataqué los profiteroles con chocolate caliente y el minicornete de nata antes de salir al jardín para envolverme en una nube baja y dejar que la humedad de la montaña penetrase en mis pulmones. Estuve el tiempo justo para hacer un poco de espacio para el pastel y la copa de cava brut. Por supuesto, se me iban los ojos tras el cognac y el Marie Brizard -no había ron- pero como soy responsable y tenía que conducir preferí tomarme un cortadito y luego un café con hielo... doble de café. En ese instante, la lluvia me dio una tregua que aproveché para dar una vuelta por los alrededores y tomar algunas instantáneas que ilustran esta crónica. Incluso pude sentarme en un banco a charlar reposadamente con mi hija lejos del resto de los invitados –asocial que es uno-, pero el agua no tardó en hacer acto de presencia de nuevo.
Total, que entre una cosa y otra decidí que ya era hora de poner rumbo al hogar y conectar el aire acondicionado del coche mientras escuchaba el último de los Chickenfoot. Una vez más había sobrevivido a una comida familiar de esas en las que mi cerebro se obnubila y me obliga a tragar más de lo que necesito, quizás para esconderme tras mi plato. Los tímidos me comprenderán. Eso sí, la compañía de los pocos elegidos con los que me relacioné fue perfecta, que supongo que era de lo que se trataba.
4 comentarios:
Juaaaaas!!! La comida opípara, pero las fotos minimalistas...muy bonicas!
Así me gusta que no pierda usté sus ansias artísticas, además de las culinarias.
Abrazoos!!
Ya sabía yo que la peña familiar le había arrancado de nuestro lado y no por deseo suyo precisamente...
¿o me equivoco?
Bien empecemos con la critica en plan yo Boyero >:) y ud. Almodovar...
y ataqué las profiteroles con chocolate
Se dice: los profiteroles...
pero como soy responsable y tenía que conducir preferí tomarme un cortadito y luego un café con hielo... doble de café.
Menos mal, que lo es... joer! con too lo que engullo... si y trago...
En ese instante, la lluvia me dio una tregua que aproveché para dar una vuelta por los alrededores y tomar algunas instantáneas que ilustran esta crónica. Incluso pude sentarme en un banco a charlar reposadamente con mi hija lejos del resto de los invitados –asocial que es uno-, pero el agua no tardó en hacer acto de presencia de nuevo.
Era de todos conocido que nos iba a dar en el higadillo artistico una vez mas. En cuanto a apartarse del circulo ruidoso y tal, no significa que se sea "asocial", más bien buscar un momento idoneo para hablar con quien más te necesita y quieres...
conectar el aire acondicionado del coche mientras escuchaba el último de los Chickenfoot.
El hardrock, a veces viene bien, ¿qué tal todos los integrantes del buga, disfrutaron?
Eso sí, la compañía de los pocos elegidos con los que me relacioné fue perfecta, que supongo que era de lo que se trataba.
¿Elegidos dice?
Mas bien a ellos y a ud. no les queda otro remedio que soportarse... ¿me equivoco? jijijijijjijijijijijijijij >:)
Por partes, como Jack.
Tema profiteroles: Tiene toda larazón, eso es porque aquí estamos más acostumbrados al término lionesas.
Tema responsable: Pues eso, que lo soy. Sino me hubiese tirado a los espirituosos.
Tema asocial: En realidad fue mi hija la que me encontró. Yo soy asocial, y ya hacía un rato que me había escondido automarginándome del resto.
Tema Chickenfoot: Los del buga son mi mujer y mi hija, con quienes pacto la música. A la ida habían escogido ellas y a la vuelta me tocó a mi.
Tema elegidos: No caballero, yo escojo con quçien converso. Al resto lo ignoro directamente. Cuando hay gente que no conozco, me la pela lo que piensen de mi.
Y por último resta lo más importante, el tema ¿Por qué le doy explicaciones?. Para eso no tengo respuesta.
:D
Y por último resta lo más importante, el tema ¿Por qué le doy explicaciones?. Para eso no tengo respuesta.
:-o
Pues no tengo respuesta.
Pd:
Ni tiempo que con las llamaditas de la peña familiar me han robado "mi ratito".
Le dejo y que ud. lo disfrute.
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