Indignados

Amiguitos, permitidme que os hable hoy –es imposible no hacerlo cuando en todas las emisoras de radio, prensa y noticiarios televisados ocupan tanto espacio dedicado al tema- del movimiento de los Indignados, 15-M, Democracia real ya, frikis seguidores de V de Vendetta o como queráis llamarlo. Vaya por delante que opino que una de las injusticias que con más urgencia cabría erradicar es la de que uno pueda perder su casa por no pagar la hipoteca y aún así deba seguir atado a su entidad bancaria por una enorme deuda. La banca es un negocio y me parece que es de cajón que si cuando las cosas van bien se lleva los beneficios, cuando vaya mal tenga pérdidas. Sin embargo, no comparto la alegría romántica de algunos tertulianos a los que he escuchado establecer paralelismos entre estas movilizaciones y lo que ocurrió en Francia en Mayo del 68. Con los progres nostálgicos hemos topado. No dudo que haya quien participe en estas manifestaciones con total sinceridad y buena voluntad pensando –iluso- que puede cambiar algo, pero es bastante dudoso que en el mundo en que vivimos, con una necesidad acuciante y preocupante de ser conducidos de manera aborregada por líderes con mayor carisma y credibilidad que los que nos gobiernan, alguien sea ajeno a que un movimiento creado al calorcito de las redes sociales pueda ser inmaculado, puro y sincero. Ningún grupo político –al menos que yo haya oído- ha osado emitir un juicio respecto a quien puede beneficiar todo esto, pero lo que todos tienen claro es que a alguien beneficia. O mejor aún, que hay que hacer algo para beneficiarse de él. Y si no se ha utilizado como arma política aún es porque parece ser que entre tanta muchedumbre la hay de todos los colores y porque si nos fijamos, más que a la clase política, a quien se critica es al sistema regido por el poder de los mercados de capital y la banca. Total, que ignoro sinceramente si este movimiento va a influir en la jornada electoral del próximo domingo pero creo que de cara a las elecciones generales sí que va a obligar al PSOE a estar un poco atento para adecuar su política a ciertas sensibilidades en esta recta final de mandato si quiere tener opciones de evitar la llegada al poder de Marianico. Mientras, a distraernos con unas imágenes que parecen la Puerta del Sol de botellón y la Plaça Catalunya en una celebración culé. Os invito a que me ayudéis con vuestras reflexiones, a ver si arrojáis algo de luz a mi cerebro de lerdo. Ah, y por si fuera poco tenemos que aguantar que la petarda de Angela Merkel diga ahora que los españoles tienen que hacer menos vacaciones y trabajar más. Trabajar más, ¡ja!, que se lo digan a los 5 millones de parados de este país. Qué cabrona. Y por si alguno de vosotros no lo sabe, es cierto que los españoles tienen 22 días de vacaciones contra los 20 de los alemanes –ohhh, dos días más, ¡qué vergüenza, qué vagos somos!-, pero a) el sueldo medio de los alemanes es más alto que el nuestro y b) el total de horas trabajadas al año es mucho mayor en nuestro caso que en el de los alemanes. Ah, y en Finlandia tienen 30 días de vacaciones, pero se ve que meterse con ellos no da votos al CDU.