La primera cinta de la que os voy a hablar en una sesión dedicada parcialmente a Jesús Franco es Eugenie De Sade, la trágica historia de una joven a la que su padrastro inicia en la práctica de perversos juegos sexuales. Protagonizada por Soledad Miranda –la musa del Tío Jess hasta el momento del trágico accidente de automóvil que costó la vida a la sevillana-, la película nos cuenta como Eugenie vive con su padrastro en una enorme mansión en medio de la capiña francesa. Él es un escritor y filósofo obsesionado por la muerte y el erotismo y ella una adolescente aburrida que no tardará en descubrir su sexualidad gracias al fortuito descubrimiento de unos libros con textos pornográficos que atesora su tutor, libros en los que sexo y asesinato se entrelazan. Así, mientras el padrastro ve en ella a la virginal y cándida joven que puede modelar a su gusto iniciándola en la práctica de sus teorías, ella se sentirá sexualmente atraída por él obedeciéndole en todo cuanto le ordene. Es de esta manera como la pareja recorrerá diversas ciudades europeas engatusando a modelos y prostitutas para llevar a cabo sus juegos eróticos en los que el fin de las pobres jóvenes es fallecer a manos del pervertido escritor y su hija. Sin embargo, una relación así no puede continuar durante mucho tiempo sin que la violencia que engendra se vuelva contra ella. Por eso, cuando Eugenie se enamora de un músico y su padre se entera de ello ya nos podemos imaginar que todo acabará de la peor manera posible. De hecho, el realizador ya nos ha dado la clave del desenlace cuando nos ha mostrado como la historia nos la está contando la misma Eugenia, herida en la cama de un hospital de Berlín.
Amiguitos, Eugenie De Sade es una cinta –si me permitís el apelativo- muy años 70, en la que la típica estética presente en las cintas del Tío Jess se mezcla con un estilismo pop que durante la década iba a explosionar pero que ya encontramos en la película en algunas pinceladas como la capa roja y las gafas de Eugenie en la sesión fotográfica o en los pósters de las paredes de la habitación del músico. Se trata de una cinta de la etapa en la que Jesús Franco aún dirigía películas con cierta profundidad a las que dotaba de una pátina erótica más o menos explícita, años antes de la que mayor fama le proporcionó –ya con Lina Romay como musa- en las que, principalmente, nos encontraríamos con guiones más o menos profundos que servían como vehículo para mostrarnos grandes dosis de erotismo. Muy interesante, tanto para los seguidores del cine de Franco como para cinéfilos en general que quieran conocer una obra del madrileño que pese a contener alguna escena tórrida tiene un argumento más psicológico que carnal. Ya me entendéis.
Amiguitos, Eugenie De Sade es una cinta –si me permitís el apelativo- muy años 70, en la que la típica estética presente en las cintas del Tío Jess se mezcla con un estilismo pop que durante la década iba a explosionar pero que ya encontramos en la película en algunas pinceladas como la capa roja y las gafas de Eugenie en la sesión fotográfica o en los pósters de las paredes de la habitación del músico. Se trata de una cinta de la etapa en la que Jesús Franco aún dirigía películas con cierta profundidad a las que dotaba de una pátina erótica más o menos explícita, años antes de la que mayor fama le proporcionó –ya con Lina Romay como musa- en las que, principalmente, nos encontraríamos con guiones más o menos profundos que servían como vehículo para mostrarnos grandes dosis de erotismo. Muy interesante, tanto para los seguidores del cine de Franco como para cinéfilos en general que quieran conocer una obra del madrileño que pese a contener alguna escena tórrida tiene un argumento más psicológico que carnal. Ya me entendéis.
1 comentario:
Me moria hace años por ver fotos suyas.
En fotogramas me enteré de su existir...
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