Si ayer vi una película de terror basada en una novela de Stephen King, hoy –para la hora del café y la copa- he escogido The girl next door, la que en palabras del propio Stephen es la película más impactante desde Henry, retrato de un asesino en serie. Lo más aterrador de esta cinta –basada en una novela de Jack Ketchum- que cuenta los horribles abusos que una niña sufrió a manos de su tía y primos es que ocurrió en realidad. Piltrafillas, no hay una crítica que haya leído que no califique a esta película como cruda, desagradable y no apta para mentes sensibles. Cierto es que la película no sigue fielmente la historia del asesinato veraz de Sylvia Likens a mano de su tía Gertrude después de padecer las más aberrantes torturas, pero recoge la idea y la convierte en una dura historia de terror psicológico, un descenso a los infiernos de la mente humana que no os dejará indiferentes.
Un día, David conoce a Meg. La chica ha perdido a sus padres en un accidente y es la prima de sus mejores amigos, unos preadolescentes normales que se comportan como todos los de su edad. Leen a escondidas el Playboy, tiran lombrices en un nido de hormigas para que estas se las coman, asustan a una niña con una serpiente... cosas de críos, ¿o es que no hemos sido todos en ocasiones algo retorcidos y sádicos? Lo malo es que si quien educa a esos niños es una madre depravada y psíquicamente desviada, bueno, quizás los valores y las normas de comportamiento de esos gañanes con tendencia natural a la pillería se vean algo trastornados. Así, Megan y su hermana pequeña –que viven con sus primos y su tía Ruth después de quedarse huérfanas- van a sufrir en sus carnes lo que aparentes niños normales de un pueblo normal de norteamérica van a ser capaces de llevar a cabo.
No debo deciros a estas alturas que soy capaz de ver películas en las que –por ejemplo- un médico loco le pega un hachazo a un joven y le abre la cabeza. Puedo incluso ver sin pestañear como el galeno coge su cerebro y se lo come. Y si me apuráis, puedo soportar que sodomice el cadáver del joven. Total amiguitos, sólo se trata de una película de terror gore, se ruedan para dar asco y pasar el rato. A algunos no nos impresiona lo más mínimo y no por eso nos consideramos psicópatas. Sin embargo, ver como una mujer empuja a su pequeña sobrina semiparalítica, le baja las bragas y la azota delante de sus hijos mientras estos retienen a la hermana mayor de la desdichada para que no la pueda ayudar..., bueno, eso se me hace difícil de ver. Será que desde que soy padre me he hecho más sensible a ciertos temas. Pues bien piltrafillas, la historia de The girl next door –supongo que el título hace referencia a la visión de Meg que tiene David, quien vive asustado -pero cómplice por omisión- por lo que ve en casa de sus vecinos- va ganando en escenas desagradables conforme avanza el metraje, provocando en el espectador con un mínimo de corazón –al menos en mi caso- un odio extremo hacia la perra hija de puta de Ruth. Finalmente David querrá ayudar a Meg pero..., bueno, no desvelo nada si os digo que no podrá evitar el desenlace trágico que estáis imaginando, algo que le torturará durante el resto de su vida. En fin, aquí no hay sangre, pero no hace falta. Lo escabroso de algunas escenas molesta más que diez imágenes de machetes cercenando miembros. Se trata de una buena película –aunque en mi opinión no llega al nivel expresado por Stephen King- que muestra sin golpes de efecto ni sobresaltos que en un entorno de lo más ordinario y banal pueden ocurrir fácilmente cosas auténticamente oscuras, tanto que resulta aterrador. Miradla piltrafillas y permitidme que esta vez no os pida que la disfrutéis.
Un día, David conoce a Meg. La chica ha perdido a sus padres en un accidente y es la prima de sus mejores amigos, unos preadolescentes normales que se comportan como todos los de su edad. Leen a escondidas el Playboy, tiran lombrices en un nido de hormigas para que estas se las coman, asustan a una niña con una serpiente... cosas de críos, ¿o es que no hemos sido todos en ocasiones algo retorcidos y sádicos? Lo malo es que si quien educa a esos niños es una madre depravada y psíquicamente desviada, bueno, quizás los valores y las normas de comportamiento de esos gañanes con tendencia natural a la pillería se vean algo trastornados. Así, Megan y su hermana pequeña –que viven con sus primos y su tía Ruth después de quedarse huérfanas- van a sufrir en sus carnes lo que aparentes niños normales de un pueblo normal de norteamérica van a ser capaces de llevar a cabo.
No debo deciros a estas alturas que soy capaz de ver películas en las que –por ejemplo- un médico loco le pega un hachazo a un joven y le abre la cabeza. Puedo incluso ver sin pestañear como el galeno coge su cerebro y se lo come. Y si me apuráis, puedo soportar que sodomice el cadáver del joven. Total amiguitos, sólo se trata de una película de terror gore, se ruedan para dar asco y pasar el rato. A algunos no nos impresiona lo más mínimo y no por eso nos consideramos psicópatas. Sin embargo, ver como una mujer empuja a su pequeña sobrina semiparalítica, le baja las bragas y la azota delante de sus hijos mientras estos retienen a la hermana mayor de la desdichada para que no la pueda ayudar..., bueno, eso se me hace difícil de ver. Será que desde que soy padre me he hecho más sensible a ciertos temas. Pues bien piltrafillas, la historia de The girl next door –supongo que el título hace referencia a la visión de Meg que tiene David, quien vive asustado -pero cómplice por omisión- por lo que ve en casa de sus vecinos- va ganando en escenas desagradables conforme avanza el metraje, provocando en el espectador con un mínimo de corazón –al menos en mi caso- un odio extremo hacia la perra hija de puta de Ruth. Finalmente David querrá ayudar a Meg pero..., bueno, no desvelo nada si os digo que no podrá evitar el desenlace trágico que estáis imaginando, algo que le torturará durante el resto de su vida. En fin, aquí no hay sangre, pero no hace falta. Lo escabroso de algunas escenas molesta más que diez imágenes de machetes cercenando miembros. Se trata de una buena película –aunque en mi opinión no llega al nivel expresado por Stephen King- que muestra sin golpes de efecto ni sobresaltos que en un entorno de lo más ordinario y banal pueden ocurrir fácilmente cosas auténticamente oscuras, tanto que resulta aterrador. Miradla piltrafillas y permitidme que esta vez no os pida que la disfrutéis.
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