Como supongo que todos sabéis, Jean-Claude Van Damme es un actor belga que antes de dedicarse al cine consiguió diversos premios y medallas en el ámbito del karate, el kick-boxing o el culturismo. Precisamente fueron estas disciplinas las que le permitieron hacerse un hueco en la industria del séptimo arte. Pués bien amiguitos, tras unos años en los que su nombre no ha sonado como antaño y su estrella parecía haberse extinguido, se produce el estreno de JCVD. Así, en un mundo en el que Steven Seagal ha desaparecido de las pantallas, Stallone se ha convertido en una parodia de si mismo y Schwarzenegger juega a la política me entero del rodaje de una película que parece una buena manera de exorcizar fantasmas, un cinta a la que los críticos han dejado bastante bien y en la que algunos incluso afirman sin rubo que nos encontramos ante la mejor actuación del actor.
Hoy, piltrafillas, la he visto y me he encontrado con la historia de Jean-Claude Van Damme, un hombre que pelea por rehacer su vida y seguir con su carrera, la de un tipo triste que sueña con alejarse de su imagen estereotipada y de su turbio pasado, que se ve envuelto en el atraco con rehenes a una oficina de la Caja Postal. Evidentemente, Jean-Claude no tiene nada que ver con el asunto pero los secuestradores se valen de la situación y hacen creer a la Policía y a la opinión pública que el actor belga es el cabecilla de la operación. Tanto las autoridades como la gente de la calle se lo tragan y Van Damme –en medio de su particular crisis personal y profesional- debe representar el mejor y más peligroso papel de su vida, sabiendo que todo cuanto ha hecho en la pantalla ha sido ficción y que la vida real es más cruda y complicada que todo eso. Se trata de un film con algunas dosis de humor agridulce, como cuando la hija del actor –que lucha por su custodia- declara que no quiere vivir con él porque cuando sale por la tele sus amigos se rien de ella, y cierto halo de confesión íntima. En resumen, que me ha gustado mucho amiguitos. Ah, y ya sé que sólo es una película, pero... ha sonado tan real.
Hoy, piltrafillas, la he visto y me he encontrado con la historia de Jean-Claude Van Damme, un hombre que pelea por rehacer su vida y seguir con su carrera, la de un tipo triste que sueña con alejarse de su imagen estereotipada y de su turbio pasado, que se ve envuelto en el atraco con rehenes a una oficina de la Caja Postal. Evidentemente, Jean-Claude no tiene nada que ver con el asunto pero los secuestradores se valen de la situación y hacen creer a la Policía y a la opinión pública que el actor belga es el cabecilla de la operación. Tanto las autoridades como la gente de la calle se lo tragan y Van Damme –en medio de su particular crisis personal y profesional- debe representar el mejor y más peligroso papel de su vida, sabiendo que todo cuanto ha hecho en la pantalla ha sido ficción y que la vida real es más cruda y complicada que todo eso. Se trata de un film con algunas dosis de humor agridulce, como cuando la hija del actor –que lucha por su custodia- declara que no quiere vivir con él porque cuando sale por la tele sus amigos se rien de ella, y cierto halo de confesión íntima. En resumen, que me ha gustado mucho amiguitos. Ah, y ya sé que sólo es una película, pero... ha sonado tan real.
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