Acabo de ver Red de Mentiras, un film de Ridley Scott con Russell Crowe en el papel de Ed Hoffman, un frío, cínico y mentiroso oficial de la CIA –un tipo que es capaz de utilizar a la gente en su beneficio y decidir sobre la vida y la muerte mientras desayuna, le da los buenos días a su esposa o besa a sus hijos- y Leonardo DiCaprio en el de Ferris, un agente de campo valiente, decidido y expeditivo, el típico peón que sirve a los burócratas como Hoffman de una manera profesional. La película comienza muy bien pero luego va perdiendo fuelle. Poco a poco, la historia –típica novela de espías, de esas que cuando era joven trataban del KGB y los agentes dobles en Berlín y que hoy en día versan sobre Al-Qaeda y Oriente Medio- se va enrevesando, y no por la profundidad del tema o lo complejo del guión, sino por lo artificioso del engaño urdido en la trama. Sin embargo, mi apatía inicial –provocada en parte por las malas críticas cosechadas en los Estados Unidos- se ha transformado poco a poco en cierto interés y debo deciros que –aunque el ritmo es lento y, si no fuese por los dos actores protagonistas, la cinta no pasaría de una normalita obra menor del género de espionaje- me ha atrapado. En resumen, nada del otro mundo pero distraída.
jueves, 13 de noviembre de 2008
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