La petrolera rusa Lukoil quiere quedarse con un 30% de Repsol-Ypf. Amiguitos, nos encontramos ante un ejemplo de alta economía y arquitectura financiera, un enorme Monopoly al que sólo están invitados los que mueven el dinero en este país. Al parecer, con ese porcentaje, la compañía rusa podría llegar fácilmente a convertirse en la virtual dueña de la -de momento- española. Voy a ver si os lo explico tal como yo lo he entendido.
La sociedad Sacyr Vallehermoso –dueña de un 20% de Repsol- tiene tantas deudas que se encuentra al borde del colapso. Así pues, Lukoil es un regalo de los dioses que vendrá a enjugar las pérdidas de la constructora española. Pero en realidad, a quien los rusos están ofreciendo dinero no es a Sacyr, sino al principal acreedor de la compañía, que no es otro que el Banco Santander, con Emilio Botín al frente, el tío que más dinero está ganando en España gracias a la crisis y la compra por todo el mundo de bancos con problemas a precios ridículos. Mientras, La Caixa –quien, a través de la corporación Criteria posee un 12% de Repsol del que también se quiere desprender- está mediando entre las partes para asegurarse que todo vaya bien y que su hombre en Repsol, Antoni Brufau –quien casualmente es miembro del Opus Dei, como el presidente de La Caixa Isidre Fainé- siga en la presidencia de la petrolera. Mientras tanto, el Gobierno de España asegura que la posible compra es legal y aceptable, que se trata de una compañía privada –aunque casi todo el mundo afirma que eso, en la Rusia de Putin, significa bien poco- y que no puede ni deben intervenir en ello. Por otra parte, el Partido Popular acusa a José Luis Rodríguez Zapatero de poco menos que de traición al país y de permitir todo esto para ayudar a su amigo Luis Del Rivero, presidente de Sacyr.
Pero –en medio de este maremagnum de conceptos metapoliticoeconomicos- oigo esta noche en las noticias que Gran Bretaña y Francia se han pronunciado en contra, no de que España pierda el control de Repsol sino de que la compañía deje de ser europea. No me ha sorprendido en absoluto. A los dos países no les importa un pimiento lo que nos pase, pero sí abominan de que la llave de la energía de casi toda Europa esté o pueda estar algún día en manos del Kremlin. Lo que me ha llamado la atención, piltrafillas, es lo que ha asegurado el reportero que explicaba la noticia, que no es otra cosa que “al parecer, Sarkozy ya ha puesto manos a la obra”. Es entonces cuando se me ha encendido una lucecita en ese torturado y limitado cerebro que poseo.
Se me ha ocurrido que hace unos días, Nicolas Sarkozy nos cedió en la cumbre G20 uno de sus asientos. Lo hizo, por supuesto, a cambio de algo. El Gobierno español, conocedor de lo problemas de Sacyr y de la vulnerabilidad de Repsol, le pasa la empresa a Francia. Pero no debe parecer que se trata del pago de un favor, con lo que agitan a la petrolera en el mercado, cual cebo para tiburones, y esperan que Gazprom o mucho mejor Lukoil se presente en el comedero. Después de unos días en los que se sembrará en la opinión pública la simiente del miedo a los rusos, aparecerá el salvador, nuestro vecino Nicolas, el señor Bruni, amigo y colaborador en la lucha antiterrorista, un tipo simpático. El PSOE estará contento, el PP estará feliz, Criteria, Caja Madrid –que también son acreedores- y Banco Santander estarán más cargados de plusvalías, Sarkozy estará satisfecho, Del Rivero y Sacyr Vallehermoso os lo podéis imaginar... y los españolitos podremos dormir tranquilos porque nuestro futuro energético no estará en manos de los oligarcas mafiosos que pululan alrededor del frío Putin.
Lo sé, lo más seguro es que todo esto sea una paranoia que se me acaba de ocurrir, pero ¿os parece tan descabellada? Tiempo al tiempo.
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