Y ya que estamos moviéndonos en un nivel bajo del indicador de calidad, daré paso ahora a una muestra de erotismo casposo hispánico, un exponente de lo que el pueblo llano llamaba cine de destape y de una manera más técnica, películas “clasificadas S”. Así, tras una carrera como asistente de realización en títulos como Manolo la nuit, El reprimido, El calzonazos, o Una monja y un Don Juan –todas ellas dirigidas por Mariano Ozores, con Alfredo Landa, Paco Martínez Soria, Saza o Lina Morgan como protagonistas, la crème de la caspa setentera–, Zacarías Urbiola decide coger las riendas de una producción y ponerse a dirigir esta Las eróticas vacaciones de Stela, con guión de Eligio Herrero. Además de contar con actores reconocidos como Ricardo Merino, Blaki o Teresa Gimpera –una imbécil que provocó hace años que enviase una carta a La Vanguardia después de leer unas declaraciones suyas en las que decía que los gordos teníamos que adelgazar, no ya por salud, sino porque estéticamente no resultábamos agradables al resto de la sociedad (verídico)–, la cinta supuso el debut ante las cámaras con dieciocho añitos de Azucena Hernández, una sevillana que había llegado a ser Miss Cataluña y que, después de casi una década interpretando en el cine y el teatro, vio truncada su carrera a causa de un accidente de tráfico que la dejó tetrapléjica.
Lo que nos cuenta Las eróticas vacaciones de Stela son los devaneos, cual Lolita castiza, de la Stela del título, una colegiala adolescente a la que su madre se lleva de veraneo a la mansión familiar. Así, mientras recoge buen registro de todo ello en su diario, Stela se dedica a retozar con Pablo, el mayordomo Tomás, la criada Ambrosia y Fermín, el joven seminarista sobrino del sacerdote del pueblo a la vez que Susan, su madre, se empeña en que su hijita permanezca inocente y lejos de la compañía de los hombres. Vamos, que la mujer no se entera de nada. Y así se desarrolla esta producción de ínfima calidad en la que Stela regala al mayordomo unas películas pornográficas que le han traído de Londres, seduce al seminarista y calienta al novio de su madre en una escena que años después copiaría –es ironía– Paul Verhoeven con Sharon Stone. La cinta, muy softcore y sin llegar nunca al nivel de un Jesús Franco, pongamos por caso, nos ofrece una serie de escenas subiditas de tono que comienzan con Stela tocándose mientras, escondida tras una cortina, asiste al coito entre su madre y Pablo, y prosiguen con la masturbación de Fermín o los juegos con Ambrosia y sus consoladores de látex, todo insinuado, enseñando levemente algún pecho que otro y poco a poco ampliando la oferta de carne con el poblado pubis de Azucena.
Con gags entre ridículos y patéticos, Las eróticas vacaciones de Stela provocan vergüenza ajena cada dos por tres. La escena de Ambrosia, Pablo y los huevos escalfados, la del partido de tenis entre Susan, Pablo y Stela, aquella en la que la joven se come un plátano o la de Pablo en la bañera cantando “el patio de mi casa, es particular” –algo que un hombre adulto, a no ser que tuviese un seria deficiencia mental, nunca haría– son tan manidas, inverosímiles, cuando no sin sentido alguno y carentes de gracia, que resultan hilarantes sólo con pensar que alguien ocupó su –poca- creatividad en convertir en imágenes tal cantidad de memeces, que parecen sacados de una película de Antonio Garisa, Manolo Gómez Bur y Florinda Chico. Vamos, que dejan a Chiquito de la Calzada y Aquí llega Condemor a la altura de cualquier comedia de Billy Wilder. No os perdáis otro de los highlights de la película, ese baile onírico de Stela y Fermín, ambos en pelota picada y que podría pasar por la peor coreografía del ballet Zoom de Valerio Lazarov –los españoles de cierta edad me entenderéis– en versión nudista. En resumen, ¿sois piltrafillas de verdad?, pues a verla. Eso sí, hasta arriba de Soberano o whisky DYC.
4 comentarios:
Bastante casposa e infame, formaba parte de la colección de pelis 'S' que fui refilando ya que mi casa no podía aguantar tanto VHS suelto por ahí
Película casposa e infame, sí. Pero qué encanto tenía el cine de aquella época, cuando lo que se pretendía era divertir y no politizar o usar la demagogia a extremos grotescos como en la actualidad. Un abrazo, King: eres una fuente de sabiduría. Por cierto, ¿eres fan de Whitesnake? ¿Te molan? Si quieres y te apetece, te invito a que te pases por la última entrada del blog: te molará ;)
¡Un abrazo!
Como tantas de entonces .
Jajajaja... querido Álex, ¿tú eres comercial, no? No hay comentario que hagas que no aproveches para ¡zasca! meter una morcilla. Es como esas series de televisión en las que, de pronto, sin venir a cuento, aparece un personaje mostrando una botella de leche a la cámara, ¡publicidad encubierta al canto! jajajaja, muy bien hombre. Sí que me gustan los Whitesnake, ahora voy a ver qué cuentas de ellos. :)
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