domingo, 27 de junio de 2010

G.I. Joe: Rise of Cobra








La segunda elección del fin de semana –en la que ha tenido mucho que ver el tener a mi hija viéndola conmigo- ha sido G.I. Joe: Rise of Cobra, una película de acción basada en unas figuras de juguete que comercializó hace años la marca Hasbro, una firma que se debe estar forrando –también comercializó Transformers- a costa de ceder sus personajes para la pantalla grande. La historia que se cuenta en esta primera entrega de G.I. Joe –digo esto porque ya se encuentra en fase de preproducción la secuela- es la de Duke y Ripcord, dos militares altamente cualificados a los que Anastasia DeCobray –antigua novia de Duke- roba un maletín de la OTAN cargado de nanomitas, una devastadora arma secreta creada por la empresa de armamento MARS. Ambos soldados serán reclutados por la organización G.I. Joe, un ejército multinacional dotado de alta tecnología que opera en secreto en diversos escenarios del mundo defendiendo el bien. La misión que ahora tendrán entre manos será evitar la destrucción de París y recuperar las ojivas cargadas de nanomitas robadas por DeCobray a la vez que detener al propietario de MARS, quien en realidad tiene un plan secreto para dominar el mundo con la ayuda de un científico loco misterioso.




Lo cierto amiguitos es que se trata de un argumento simple con desenlace más que previsible –incluída la escena final- cuyo único objetivo es hacernos pasar un rato distraído, ameno y agradable, algo que en mi opinión G.I. Joe: Rise of Cobra consigue con creces. Acción espectacular a raudales, explosiones, persecuciones, disparos, peleas cuerpo a cuerpo, humor y el mencionado argumento pobre y extremadamente maniqueísta que no necesita que ejercitemos demasiado nuestro intelecto. En resumen, la película indicada para disfrutar en familia con palomitas y cerveza fría.

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