viernes, 4 de diciembre de 2009

La noche de Walpurgis








El otro día os lo anuncié Piltrafillas, a causa de la muerte de Paul Naschy –otro de esos miembros del cine español que han paseado el nombre de nuestra cinematografía más allá de nuestras fronteras con mayor éxito que el de muchos de nuestros actores consagrados, pero con menos reconocimiento y respeto por parte del público y la crítica autocalificada como seria- era de obligado cumplimiento para este que escribe el dedicarle una reseña a uno de los títulos más celebrados de este artista. Me refiero a la coproducción hispano-alemana La noche de Walpurgis, un producto de serie B en la tradición Hammer films protagonizado y guionizado en 1971 por el mismo Jacinto Molina –nombre auténtico de Naschy- con la dirección del realizador Leon Klimowsky.




La historia de La noche de Walpurgis nos cuenta como Elvira y Genevieve realizan un estudio científico sobre la figura de la Condesa Wandessa, a quien la leyenda atribuye ritos satánicos y asesinatos rituales vampíricos. En la búsqueda de la tumba de Wandessa van a parar a casa de Waldemar Daninsky, un hombre solitario que sufre la maldición de la licantropía pero que se verá obligado a ayudar a las jóvenes. Así, aunque cuando Waldemar se convierte en hombre lobo pierde toda humanidad y es incluso responsable de diversos ataques cruentos a la población, no podemos evitar que nos caiga simpático al ser el adalid de la cruzada contra la pérfida vampira Wandessa.




En fin amiguitos, una de las primeras cintas en las que este guionista y realizador madrileño actuó dando vida al personaje por el que más será recordado, el de hombre lobo. Por cierto, y esto ya es para frikis, el ayudante de dirección no fue otro que Carlos Aured, quien más tarde dirigiría otro memorable film –esta vez en el género softporn- titulado Apocalipsis Sexual, del que ya os hablé en este blog y bajo las órdenes de quien trabajaría Paul Naschy en más películas.

Si este año el Goya de honor se le ha entregado a Jesús Franco –cuya salud cualquier día nos dará un disgusto-, muchas son las voces que claman por que la Academia de las Artes cinematográficas le reconozca a Jacinto Molina su dedicación al cine español. Lo triste es que –aunque la propuesta se lleve a cabo- el Tío Waldemar no ha vivido para recoger su galardón.

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