Carme Ruscalleda me ha invitado

Por si no se ve claro amiguitos, lo que acompaño son imágenes correspondientes a la invitación que la semana pasada me llegó para una cena en el restaurante de Carme Ruscalleda en Sant Pol de Mar. El evento era hoy, pero daba comienzo a las 8 de la tarde, una hora en la que yo aún estaba en la oficina. Así pues –sintiéndolo en parte, ya que no siempre le invitan a uno a una reunión de amigos en un tres estrellas Michelin- tuve que declinar la invitación. También podía haber pedido fiesta en el trabajo –me deben unas cuantas horas que tendré que compensar antes de que finalice el año- y cambiar los turnos con algún compañero, pero en realidad ¿valía la pena?

Según rezaba la invitación, la velada iba a ser entre amigos, con jazz y cava. A mi el jazz no es que me entusiasme, de cava –conduciendo- tampoco es que hubiese podido beber demasiado y eso de los amigos, bueno, la verdad es que ignoro de quien partió la invitación –os juro que ni conozco a Carme Ruscalleda ni a su familia ni a nadie en Sant Pol de Mar, palabra- y me parece que me hubiese sentido bastante incómodo en un ambiente que no es el mío. Así pues, si un día me toca la lotería y me quiero dar el gustazo, a lo mejor invito a mi señora y me paso por el Sant Pau para pedirnos el menú degustación –unos 150 euros por persona con el IVA y toda la pesca- o a lo mejor me voy a un restaurante de los de toda la vida que son capaces de darte un civet de jabalí a un precio asequible y que cuando sales a la calle te sientes satisfecho y no timado y con hambre. Soy un desagradecido, lo se, pero es que además, con mi salud de estos últimos días tampoco es que esté muy en forma para saraos de esta índole.