lunes, 12 de octubre de 2009

Gutterballs







Y de segundo plato algo un poco más extremo, ni más ni menos que Gutterballs, una slasher ambientada en una bolera que nos ofrece sexo, violencia y sangre. La película nos cuenta con todo lujo de detalles la historia de dos grupos de jóvenes asiduos de una pista de bolos, enfrentados por algo más que por la competición. Una noche, unos machitos bravucones se mofan de una de las integrantes de un grupo de chicas –en realidad el blanco de sus risas es una transexual- y se enzarzan en una pelea con unos frikis que acuden en su defensa. Finalizada la noche, cuando el bellezón del grupo de chicas regresa al local para recoger su bolso olvidado dentro, los gallitos –todos, incluso el pardillo del grupo, que a falta de otra cosa suficientemente erecta utiliza un bolo- la violan salvajemente. La noche siguiente, todos los grupos coinciden de nuevo en la bolera y es en ese marco en el que un asesino psicópata de los más ridículos que recuerdo –se autodenomina el asesino de la bolsa de bolos, y lleva en la cabeza una maleta de esas que sirven para transportar bolas- se dedica a asesinar a los de uno y otro bando. El resultado será una escalada de violencia sin fin.




En fin amiguitos, una joyita de serie B que no escatima escenas fuertes en lo que a sexo y mutilaciones se refiere, pero que destila humor grueso y socarrón. ¿O no encontráis hilarante –dejando a un lado lo friki que es una bolsa de bolos como máscara- que a la primera víctima se la carguen en medio de un 69 no dejándola que respire ahogándola con el pene de un tipo al que a su vez asfixia al no permitir que este mueva su cabeza hundida en su sexo? Recomendada para ver con amigos, palomitas –un buen bol cargado hasta los topes- y cerveza fría. En fin, ya os dije que –después de la tarde Lynch del viernes- lo siguiente que os comentaría serían obras menos profundas.

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