domingo, 19 de julio de 2009

Anita





Os presento hoy Anita, una infumable cinta sueca con el reclamo de la aniñada Christina Lindberg. Nacida en Gothenburg, la chica pretendía estudiar para arqueóloga pero mientras estaba en el instituto comenzó a trabajar como modelo de desnudos en revistas para hombres. A principios de los 70 ya había aparecido en las páginas de Penthouse, Lui o Playboy y se encontraba inmersa en el desarrollo de una carrera cinematográfica que acabaría abandonando al ver como las escenas de sexo de las producciones en las que participaba se hacían cada vez más explícitas. Entre otros films, Christina aparece en Thriller: a cruel picture o la japonesa Sex & Fury –de ambas os he hablado ya- así como en la que hoy os presento.




En Anita, Christina representa el papel de una joven ninfómana de 17 años que escoge aleatoriamente a sus amantes –hombres jóvenes, mayores, delgados u obesos e incluso mujeres, que en esta bonita película no falta de nada piltrafillas- para satisfacer su imperiosa necesidad sensual. Mientras, un apuesto psicólogo de la universidad llamado Eric decide ayudarla en su problema. Según su teoría, la búsqueda de cualquier tipo de sexo por parte de la joven es el resultado de la falta de amor que tuvo en la infancia y la única manera que Anita tiene para curarse es conseguir un verdadero orgasmo que haga que su subconsciente identifique placer y cariño. Sin embargo, el chico se resiste a ayudarla personalmente en esa búsqueda. Al principio Anita verá en Eric una especie de hermano mayor, un hombro en el que llorar y ella será para él un simple caso clínico, un reto profesional ante el que desea mantener cierta distancia. Pero el chico no es ni homosexual ni célibe por lo que poco a poco el amor –y el deseo- harán mella en él. Lo cierto es que el tema es bastante insulso y –en pleno siglo XXI- las escenas eróticas son bastante soft por lo que si le añadimos que la versión que he visto ha sido la original en sueco no puedo hacer otra cosa que recomendar esta cinta únicamente a los estudiosos del cine erótico de los 70 o a erotómanos recalcitrantes sin un mínimo de ánimo selectivo.

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