Vaya por delante que la señora Bruni, quien por cierto tiene mi edad –unos meses menos para ser exacto, aunque nació en el mismo año- no me parece actualmente esa especie de diosa del glamour y la sensualidad que nos quieren hacer creer algunos. Eso sí, hay un dicho castellano que nos cuenta que quien tuvo, retuvo y eso –visto el patio- ya es mucho. Porque amiguitos, no me negaréis que la italiana, en su juventud, era toda una belleza. ¿Que quizás es sexista que en medios informativos internacionales se dediquen líneas y tiempo a hablar de la elegancia de la Pimera Dama de Francia?, pues a lo mejor sí pero también funciona como válvula de escape. Piltrafillas, hoy en día, si se quiere estar informado hay infinidad de canales para hacerlo y no veo que frivolizar en ocasiones con según qué temas sea tan grave. Se ha producido cierto revuelo esta semana con la fotografía de las espaldas –por no decir culos- de Letizia Ortiz y Carla Bruni. Pues bueno, habrá quienes hayan mirado sus nalgas, habrá quienes hayan disertado sobre que vestido era más bonito y habrá a quien le haya importado un pimiento todo ello y se habrá fijado en la crónica estríctamente política. Eso es la libertad de prensa y expresión. Lo malo es que mucha gente ni se habrá enterado de la noticia, ni de que el presidente Sarkozy nos ha visitado porque ni lee periódicos ni escucha la radio ni ve las noticias por televisón. Algunos –y no son pocos, sólo hace falta ver con pasmo algunas entrevistas a pie de calle en nuestras ciudades- no saben ni quien es el presidente de Francia. Si esos culos han servido para que alguien se pregunte quien era esa señora y a quien acompañaba, pues eso que se ha ganado. ¿Triste?, sí, pero más triste es robar.
sábado, 2 de mayo de 2009
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