viernes, 25 de julio de 2008

Positivismo


Los chinos están desarrollándose de una manera tan rápida que en un mes construyen más carreteras que los países industrializados de Europa finalizan en decenas de años. Lo mismo ocurre con la vivienda. El campo se está despoblando y, aunque la clase baja del país es más pobre que la del resto de naciones de occidente, cada vez hay más ricos con gran afán consumista y mayor poder adquisitivo. Mientras, el país -que no olvidemos que posee centrales nucleares y, por tanto, capacidad para construir bombas de ese tipo- se asegura el abastecimiento de crudo para los próximos años a costa de provocar una falta de combustible para Estados Unidos y Europa.
Por otra parte, la mano de obra barata de este gigante o de la India -vaya, otro país que posee bombas atómicas y clases bajas capaces de cualquier trabajo a cambio de poco más de un cuenco de arroz- lleva al capital occidental a retirar factorías de zonas habituales para trasladarlas a esos países. Para terminar, Bolivia nacionaliza sus refinerías y Venezuela -convertida en defensor de los pobres- toma conciencia de ser uno de los mayores productores de petróleo. Hoy mismo, el monarca español recibirá en su residencia estival mallorquina a Hugo Chávez, quien mereció en su día aquel "¿por qué no te callas?" pero al que ahora toca lamerle el culo. A su vez, Irán sigue en sus trece y pretende fabricar bombas atómicas y usarlas contra occidente si le tocamos demasiado las narices. O sea amiguitos, que el caos ya está aquí. China e India dominarán el mundo en un futuro no muy lejano, los pobres de antaño serán los nuevos ricos, y nosotros -en un mundo aterrorizado por la amenaza del integrismo islámico- acabaremos sumidos en una crisis económica sin remedio. Y yo me pregunto, ¿para qué coño vamos a trabajar cada mañana?

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