Amiguitos, desde que soy usuario de los programas p2p, veo más cine y escucho más música que nunca. Es decir, que internet no mata el arte, sino los suculentos beneficios que a algunos les deparaba su manipulación. En fin, dejemos ese debate para otra ocasión. Voy a hablaros de la secuela de Hostel. Debo admitir que lo que primero me llamó la atención de esta película fue su cartel, lo que explica que haya dedicado una hora y pico de mi vida a mirar Hostel II y no –por ejemplo- a su predecesora. Pero bueno, sea como sea, aquí está mi crítica. El inicio es impactante, pero luego aparecen las chicas ricas y guapas y comienza la parte previsible del guión. Los chicos malos, la chica que las ayuda, la típica amiga feúcha que no bebe alcohol y se medica... , total, que llevamos veinte minutos de película y ya sabemos qué va a pasar. Llegado ese punto, los únicos interrogantes son, ¿de cuantas maneras van a infligir sufrimiento a esas panolis y cuanta sangre y miembros cercenados vamos a ver? Lo que sigue son escenas de despiadada crueldad... aunque quizás alguna feminista acabe pensando lo contrario. A veces –amiguitos- me pregunto si es normal que a algunos nos guste y repela por igual ver cintas de este tipo. Sí, es cierto, sabemos que sólo son películas, es una ficción nada más, por supuesto que no se ha torturado a nadie en realidad, pero ¿no es un síntoma algo perturbador que en la sociedad actual las películas de este tipo sean éxitos de taquilla? No soy psicólogo y no puedo contestaros. Eso sí –sin desvelaros nada-, apuesto a que a los amantes del fútbol les gustará un final cargado de humor negro, negrísimo.
viernes, 25 de julio de 2008
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