Leo que, hace un año, una madre norteamericana, antes de dar una fiesta de cumpleaños para su hijo y los amigos de éste -con edades entre los 16 y los 18 años-, preocupada porque los chicos no comprasen bebidas alcohólicas en cualquier sitio y se desplazasen luego por la ciudad en coche, decidió que el alcohol -cerveza y vino, nada de vodka, ginebra o Cointreau- lo tomasen en casa. Comprensible. Además les requisó a todos las llaves de sus automóviles e hizo prometer a los invitados que de encontrarse "mareados" dormirían en la casa. En nuestro país, tal actitud hubiese sido digna de aplaudir, todo un ejemplo de responsabilidad ¿no creéis piltrafillas?
Ah amiguitos, pero no así en los Estados Unidos de Norteamérica, el país de los gilipollas. En Virginia, la señora Elisa Kelly está aún cumpliendo una condena de 27 meses de prisión por proporcionar alcohol a menores de 21 años. Y aún gracias, porque el fiscal pedía nada menos que 8 años.
Así, con 18 años puedes conducir coches y enrolarte en los Marines para que te envíen a Irak o Afganistán a morir y matar por los intereses de los que te gobiernan. Sin embargo, no te puedes beber -al menos no en público- una simple Budweiser ¿Genial, no? Hay que ser borde.
Sin embargo, noticias como esa viniendo de los U.S. no me extrañan. Hace unos años, el grupo Van Halen sacó al mercado un disco llamado For Unlawful Carnal Knowledge. De ese disco se fabricaron unas camisetas en las que las iniciales de esas palabras F.U.C.K. destacaban sobre el fondo. Pues bien. Resulta que varios jóvenes que las vestían después de adquirirlas en un concierto de la citada banda... ¡fueron encarcelados! Y es que pronunciar o exhibir esa palabra -fuck- está penado por la ley.
Un amigo mío tiene la teoría de que todo es producto de una alteración genética. Dice que la mezcla de sangre de pobres, puritanos, delincuentes y putas que abandonaron Europa para establecerse en el Nuevo Mundo no podía dar otro resultado. Quizás tenga razón.
Ah amiguitos, pero no así en los Estados Unidos de Norteamérica, el país de los gilipollas. En Virginia, la señora Elisa Kelly está aún cumpliendo una condena de 27 meses de prisión por proporcionar alcohol a menores de 21 años. Y aún gracias, porque el fiscal pedía nada menos que 8 años.
Así, con 18 años puedes conducir coches y enrolarte en los Marines para que te envíen a Irak o Afganistán a morir y matar por los intereses de los que te gobiernan. Sin embargo, no te puedes beber -al menos no en público- una simple Budweiser ¿Genial, no? Hay que ser borde.
Sin embargo, noticias como esa viniendo de los U.S. no me extrañan. Hace unos años, el grupo Van Halen sacó al mercado un disco llamado For Unlawful Carnal Knowledge. De ese disco se fabricaron unas camisetas en las que las iniciales de esas palabras F.U.C.K. destacaban sobre el fondo. Pues bien. Resulta que varios jóvenes que las vestían después de adquirirlas en un concierto de la citada banda... ¡fueron encarcelados! Y es que pronunciar o exhibir esa palabra -fuck- está penado por la ley.
Un amigo mío tiene la teoría de que todo es producto de una alteración genética. Dice que la mezcla de sangre de pobres, puritanos, delincuentes y putas que abandonaron Europa para establecerse en el Nuevo Mundo no podía dar otro resultado. Quizás tenga razón.
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