Las Jessicas. Si hace unos días os hablaba de Scarlett Johansson como el paradigma de actriz sexy, debo deciros que mi corazón de cinéfilo ha cambiado de parecer. Y así, después de ver su trabajo en diversos films, se ha quedado prendado de la belleza de Jessica Biel. Como actriz no está mal, pero admito que estaba más por la labor interpretativa de sus compañeros de reparto que por la de ella –qué cosita tan linda-, quien de todas maneras logró emocionarme en alguna escena. Eso, a un tipo duro como yo –aunque, con la edad, cada vez menos piltrafillas- no puede hacer otra cosa que marcarle. Por ello pido que penséis un ratito en Jessica Biel. ¿Quien nos iba a decir que aquella cría que algunos descubrimos en la serie –empalagosa y mema como pocas- que en España se llamó Siete en el paraíso acabaría convirtiéndose en esta preciosa mujer.
Pero, ay amiguitos, eso no es todo. Hace muy poquito vi Sin City, de Robert Rodríguez. Hace años que tengo los cómics de Frank Miller por lo que, en su día, no creí necesario ir al cine y pagar por ver algo que todos decían que era tan fiel a la obra original. Sin embargo, no hace mucho, conseguí el DVD de la película. A resultas de ello puedo deciros dos cosas: Una, que me gustó y, sí, es clavadita al original en cada una de sus escenas, un calco de la correspondiente viñeta, y dos, que mi corazón de heavy metal man quedó prendado de Jessica Alba, otra norteamericana de la que poco sabía hasta entonces excepto que había participado en la adaptación cinematográfica de Los 4 fantásticos. Al parecer –como Jessica Biel y muchas actrices de su generación- comenzó también en televisión, trabajando en varias series que no conozco de nada, hasta alcanzar la fama con su papel en la serie Flipper. Luego llegaron la pantalla grande y el estrellato.
Por último, después de declarar mi platónico amor por estas dos Jessicas, os hablaré de otra que si bien no las iguala en belleza, llegó antes a mi corazón. Se trata de la elegante Jessica Rabbit. Sí amiguitos, mi corazón de acero en ocasiones se vuelve tierno como la gelatina de kiwi.
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