viernes, 20 de enero de 2012

Piratas


Ahora mismo no recuerdo –creo que sí- si me he pronunciado alguna vez sobre el tema de la piratería y los derechos de autor, pero tras los hechos acontecidos ayer y a la vista de los comentarios que leo y oigo, debo deciros que opino –al menos hoy, siempre puedo cambiar de postura- que hay mucha demagogia en ambas partes del problema.
Por un lado es cierto que las editoriales, sellos y productoras son meros distribuidores intermediarios del arte y la creatividad que pretenden defender. No es de recibo que durante muchísimos años nos hayan estafado y robado alegremente y ahora lloriqueen como plañideras. Aún recuerdo como un CD nuevo podía costar no hace tanto 24 o 25 euros y ahora nos encontramos en la FNAC con lanzamientos a 5 o 6 euros. ¿Qué pasa entonces con los más de 15 euros de diferencia que antes iban a los bolsillos de los directivos de esas empresas?, pues que han volado. El artista, sin embargo –sujeto a contratos- sigue llevándose la misma miseria.
Pero si soy sincero, de la misma manera os digo que si yo pierdo un tiempo de mi vida invirtiendo energías en crear una obra literaria, musical o cinematográfica –y no sólo tiempo, sino dinero, que las cosas cuestan- y después me compra uno y se la copian dos millones, la verdad es que me dedico a otra cosa y en paz. Al menos con el actual sistema de negocio. Creo que se impone hacer cambios, establecer unas nuevas reglas del juego. Y sin ser un entendido me parece que en el nuevo orden mundial, los artistas tienen las de ganar –de hecho ellos crean los contenidos- y deben desligarse de una vez de los que antes les explotaban haciéndoles creer que eran vitales para su supervivencia. O eso o se hundirán con ellos. Las nuevas tecnologías hacen bastante innecesarias las distribuidoras ¿no creéis?
Si yo escribo una novela y tengo talento, al final llegará a un enorme número de lectores. Y si ha sido así y pido a esos lectores un euro para que escriba otra novela y se la regale, apuesto a que la inmensa mayoría estará dispuesta a hacerlo. Eso, amiguitos, son muchos euros... y todos para mi. Que más me da si alguien se la copia y no paga el euro, antes todos nos habíamos grabado los LP de algún amigo en cinta de cassette y no pasaba nada. Lo mismo se puede aplicar a los CD musicales, puedo regalar la música en mp3 y vivir de lo recaudado en los conciertos en vivo, verdadero escenario en el que un músico demuestra su talento. Pero claro, estamos hablando de talento –los ineptos a los que les ponen un álbum en el mercado y que viven de los royalties y las actuaciones en playback se morirían de asco- y del final de los sellos discográficos. Y en el caso de las películas, lo mismo: elimina distribución –y quizás las salas comerciales, no sé- y pide un euro o 50 céntimos por ver películas de un portal dominado por los realizadores en el que estén todas las que se estrenan y la gente pagaría por verse, no una, incluso dos y tres por noche. En todos estos casos el creador, el artista, el dueño de la propiedad intelectual, esa víctima de la que todos hablan, sale ganador. En cambio otros muchos pierden.
Quizás lo que digo es inviable o son memeces sin sentido, pero hay que encarar el problema y darse cuenta de que sea cual sea la solución, esta tiene que adaptarse a las nuevas reglas. Intentar aplicar las reglas antiguas al nuevo sistema puede echar a perder un inmejorable canal de comunicación y distribución cultural. Y es que internet no mata la cultura, la distribuye globalmente –yo nunca he visto tanto cine y he escuchado tanta música como desde hace cinco años hasta hoy-, algo que a los que la quieren monopolizar no les hace ninguna ilusión. Sólo hay una cosa cierta en todo esto, y es que el cambio no ha hecho más que empezar. Una guerra desigual y creo que irracional está a punto de comenzar en la red de redes.

1 comentario:

Lai dijo...

Aunque es Vd. comedido y racional, diriase que acertado...
Cada vez me despierto mas rebelde y revolucionario e intransigente...
Empieza a escasear en mi arsenal paños tibios Sr. King.