domingo, 17 de enero de 2010

Death bell






En segundo lugar me he inclinado por ver una película coreana –hacía tiempo que no veía una cinta de ese país, aunque el apartado de cine de este blog está lleno de críticas de obras con ese origen- de terror. Concretamente hoy le ha tocado a Death bell, una película de fantasmas que sitúa la acción en la escuela Chang-in durante la época de exámenes semifinales. En medio de una de las pruebas, un alumno comienza a sufrir visiones extrañas y días después, en el transcurso de otra de sus alucinaciones, intenta matar a Ina, una compañera inteligente y de fuerte personalidad. Mientras tanto, el director del colegio le encarga al jefe de estudios que forme una clase especial con los alumnos más preparados de cara a un encuentro que en los días siguientes tendrá lugar con unos miembros del colegio de Eaton que deben visitar el centro escolar. Así, mientras la mayoría de alumnos se encuentra de vacaciones, un reducido grupo se tendrá que quedar unos días más para preparar el encuentro. Pero el primero de ellos los alumnos ven por el circuito cerrado de televisión a Hye-young, una alumna que esa mañana no ha asistido a clase, encerrada en una especie de pecera gigante en la que cae agua y por la megafonía una voz les advierte que se les hará una prueba y que con cada pregunta que contesten erróneamente morirá uno de ellos. Por supuesto, si alguien intenta escapar también morirá.




Así pues, el grupo de inteligentes alumnos entre los que destacan Ina y el apuesto Hyun está encerrado en el colegio sin sus teléfonos móviles –cada vez que comienza una clase hay un compañero que los recoge y también ha desaparecido- y a expensas de un psicópata. En una de las pruebas, una pista hace que Ina recuerde a Ji-won, una antigua compañera que aún siendo la primera de la escuela en calificaciones, no pudo obtener una beca por culpa de quedar en sexto lugar en los exámenes del semestre y se suicidó al no soportarlo. Es decir amiguitos, que Death bell mezcla elementos del cine de fantasmas vengativos –las visiones que aquel muchacho tenía eran personificaciones de Ji-won, sin duda- y del slasher en espacios cerrados puesto de moda por títulos como Saw. Al final, aunque un poco cogido por los pelos, se explica todo. Por cierto, que para atar todos los cabos es necesario ver incluso los títulos de crédito finales. Total, una película amena con una buena fotografía –aunque oscura en demasiados momentos- para no pensar demasiado y pasar un rato distraído viendo como sufren unos adolescentes gritones. Recomendada para ver en la penumbra del salón de casa con todas las luces apagadas una tarde de domingo gris, húmeda y fría como la de hoy.

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