sábado, 16 de enero de 2010

Blood Feast (1963)







Queridos piltrafillas, hoy –parafraseando a la propaganda de las grandes distribuidoras- este blog se enorgullece en presentar a Herschell Gordon Lewis y a su Blood Feast, ni más ni menos que la primera película gore de la historia del cine. Del realizador ya os he hablado en otra ocasión –con motivo de la crítica de su 2.000 maniacs- pero imperdonablemente aún no había visto esta pequeña joya histórica del séptimo arte. Lo primero que advertimos al comenzar el disfrute de Blood Feast es que no llevamos ni dos minutos de película cuando el criminal protagonista ya está descuartizando a su víctima y somos plenamente conscientes de que el nivel técnico de la cinta es de lo peorcito que hemos visto. Y de la interpretación ya ni os hablo. La escena de la pareja de policías al inicio de la película con uno de ellos quejándose de la falta de pistas es de las que causan vergüenza ajena y lo peor es que la cosa no se arregla conforme avanza la historia y vamos conociendo al resto del reparto de ¿actores?, unos negados que –a su lado- elevarían al rango de shakespeariana a cualquier compañía de aficionados de una parroquia de barrio.




Lo que nos cuenta esta película es la historia del dueño de un comercio de catering llamado Ramset que en secreto adora a la diosa sumeria Ishtar –de hecho tiene una enorme estatuta de ella en la trastienda de su local- y pretende traerla a la vida asesinando a inocentes jóvenes para realizar antiguos ritos con su sangre y partes de sus cuerpos. Ya lo véis, un argumento simple y poco complicado. Claro amiguitos que no hay que descontextualizar la obra y su verdadero interés. Estamos a principios de los años 60 y nunca antes se han mostrado imágenes similares –acuchillamientos oculares, mutilaciones, desmembramientos, evisceraciones...- en la pantalla grande. Es decir, que la Hammer ya había mostrado en sus películas esa especie de pintura carmesí a la que se hacía pasar por sangre, pero el grado de sadismo que Lewis mostró con Blood Feast –dando el pistoletazo de salida a un género que tiene millones de adeptos por todo el mundo- fue lo que de verdad marcó la diferencia. Por todo ello piltrafillas, pese a sus innumerables carencias, nos econtramos ante una obra de culto por lo que huelga decir que es una de las más sentidas recomendaciones de este blog.

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