sábado, 11 de octubre de 2008

Pascal Henry


Repasando mis entradas dedicadas al mundo de la cocina, he recordado aquel episodio acontecido este Junio pasado –supongo que lo recordaréis- en el que un supuesto gourmet de nombre Pascal Henry, auspiciado por el gran chef Paul Bocuse, que viajaba por el mundo recorriendo los 68 restaurantes con tres estrellas Michelin “desapareció” misteriosamente después de cenar en El Bulli de Ferran Adrià.

Según informaciones publicadas por la edición digital de El Periódico el pasado mes de Septiembre, este hombre no está para nada desaparecido –aunque parece buscar el anonimato- y vive en Ginebra, tal como han recogido varias veces las cámaras de seguridad de las oficinas bancarias de las que retira efectivo. El hombre debe estar aún riéndose después de salir de El Bulli tras zamparse los 32 platos del menú de degustación sin pagar un solo euro. El tema es bastante raro, eso no se puede negar, ya que –aúnque está probado que Pascal sigue con vida- lo cierto es que ni su esposa ni sus allegados saben nada de él. El tipo ni ha vuelto a casa ni a su trabajo, pero –tal y como dijo la Policía suiza antes de dar carpetazo al asunto- el hombre es mayor de edad y está en su derecho de desaparecer cuando le plazca. Y como Ferran Adrià no interpuso denuncia alguna, el caso está archivado. Fin de la historia.

Todo esto amiguitos pone de manifiesto varias cosas. Por un lado el interés de la Prensa en sacarle el jugo a noticias sin importancia –sobre todo en época estival- dándoles una pretendida capa de misterio, queriendo asegurarse de esa manera la venta de periódicos. Por otro, la falta de comunicación entre las autoridades policiales de Madrid y las de Catalunya, ya que parece ser que dos días antes de que los Mossos d’Esquadra batieran los alrededores de la Cala Montjoi –paraje en el que se enclava El Bulli-, la Interpol de Berna ya había comunicado a sus homólogos en la capital española que Henry estaba vivo y localizado. Por todo ello –y porque supongo que a Adrià no le debe hacer mucha gracia el que un anodino mensajero de relojería le haya tomado el pelo de esa manera- supongo que nunca nos enteraremos de lo que ha pasado en este extraño episodio de picaresca engordado por la Prensa.

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