Y ya que me he referido nuevamente a un dibujante de cómics piltrafillas míos –la verdad es que en mi adolescencia era un ávido consumidor de este arte y, sin embargo, han aparecido pocos autores en esta página-, voy a hablaros de otro artista de este tipo.
En esta ocasión me referiré al italiano Paolo Eleuterio Serpieri, el creador de uno de los personajes femeninos más turbadores -¿masturbadores?- de todas las épocas. Me estoy refiriendo a Druuna, la bella y sensual protagonista de una saga basada en el erotismo y los sueños. La tal Druuna, una joven de generosas formas, se mueve –desnuda o semidesnuda- en un mundo lleno de mutantes deformes emponzoñado por una extraña enfermedad. El primer tomo de la serie, Morbus Gravis, apareció en 1985. Le siguieron una segunda parte, y los tomos Creatura y Carnívora –éste ya en 1992,-, en donde el erotismo ya había alcanzado cotas espectaculares y rozaba la pornografía. A esas alturas –con Druuna convertida en uno de mis mitos sexuales en el ámbito del cómic-, dejo de comprarme los volúmenes de esta heroína, que edita la barcelonesa Norma Editorial.
Desde entonces y hasta 2003, Serpieri publica otros tomos –Mandrágora, Afrodisia y El Planeta Olvidado (I y II)- que siguen por el camino de situar a una perdida Druuna sometida a todo tipo de vejaciones sexuales, en unos escenarios que alternan realidad y sueño, con una trama tan retorcida que hace que la historia se complique de tal manera que será la parte gráfica –la representación del cuerpo de la joven- la que adquirirá el principal protagonismo de la obra. Y aunque Serpieri parezca a simple vista –para aquel que no le conozca y sepa de él por estas líneas- un simple dibujante de cómics eróticos zafios, os diré que nada más lejos de la realidad. Amiguitos, hacedme caso y acercaos a él. Ya veréis como, si abandonáis la idea de entender la trama de la serie y perdéis de vista –si podéis- el alto voltaje erótico de las andanzas de Druuna, os daréis cuenta de que Paolo es un dibujante como la copa de un pino.
En esta ocasión me referiré al italiano Paolo Eleuterio Serpieri, el creador de uno de los personajes femeninos más turbadores -¿masturbadores?- de todas las épocas. Me estoy refiriendo a Druuna, la bella y sensual protagonista de una saga basada en el erotismo y los sueños. La tal Druuna, una joven de generosas formas, se mueve –desnuda o semidesnuda- en un mundo lleno de mutantes deformes emponzoñado por una extraña enfermedad. El primer tomo de la serie, Morbus Gravis, apareció en 1985. Le siguieron una segunda parte, y los tomos Creatura y Carnívora –éste ya en 1992,-, en donde el erotismo ya había alcanzado cotas espectaculares y rozaba la pornografía. A esas alturas –con Druuna convertida en uno de mis mitos sexuales en el ámbito del cómic-, dejo de comprarme los volúmenes de esta heroína, que edita la barcelonesa Norma Editorial.
Desde entonces y hasta 2003, Serpieri publica otros tomos –Mandrágora, Afrodisia y El Planeta Olvidado (I y II)- que siguen por el camino de situar a una perdida Druuna sometida a todo tipo de vejaciones sexuales, en unos escenarios que alternan realidad y sueño, con una trama tan retorcida que hace que la historia se complique de tal manera que será la parte gráfica –la representación del cuerpo de la joven- la que adquirirá el principal protagonismo de la obra. Y aunque Serpieri parezca a simple vista –para aquel que no le conozca y sepa de él por estas líneas- un simple dibujante de cómics eróticos zafios, os diré que nada más lejos de la realidad. Amiguitos, hacedme caso y acercaos a él. Ya veréis como, si abandonáis la idea de entender la trama de la serie y perdéis de vista –si podéis- el alto voltaje erótico de las andanzas de Druuna, os daréis cuenta de que Paolo es un dibujante como la copa de un pino.
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