jueves, 24 de julio de 2008

Coca-Cola


Sí amiguitos, la chispa de la vida, el eslogan que desde que tengo uso de razón ha acompañado a las campañas de publicidad de esta marca de refrescos. Poco imaginaba el bueno de Johnny Pemberton en qué iba a acabar todo cuando hace más de 200 años se inventó un cóctel que mezclaba vino y –oh cielos- hojas de coca.
A decir verdad, como en muchos otros casos, el norteamericano consiguió fama y notoriedad copiando algo ya existente, que en este caso era un combinado que se hacía en Francia y que contenía similares ingredientes, pero eso es otra historia. A lo que iba, piltrafillas. Cuando se instauró la Ley Seca, Pemberton desarrolló una variante sin alcohol de su bebida y la comercializó como medicina indicada para curación de adicciones –curiosa propiedad para algo compuesto de extracto de coca- impotencia sexual y tonificación cerebral.
Hoy en día Coca-Cola sirve a sus franquicias en todo el mundo un jarabe que es modificado y embotellado para su venta. En su origen, la base de la bebida eran hojas de coca y semillas de kola, con alto contenido en cafeína. En la actualidad, la fórmula exacta sigue siendo un secreto aunque se sabe que en algunos países se endulza con fructosa, y en otros con sacarosa y que el contenido de cafeína se ido reduciendo drásticamente desde 1920. Por otra parte, la compañía asegura que la bebida “ni contiene ni ha contenido nunca cocaína”. Lo cierto es que a mi me gusta mucho más el agua tónica (con ginebra, cubitos de hielo y una rodajita de lima).

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