domingo, 20 de julio de 2008

Carla Bruni

Amiguitos, ¿a alguno se os ha ocurrido lo que podría pasar en nuestro país si Juan Carlos de Borbón se divorciase y se casase poco tiempo después con una artista? Y por si eso fuese poco, ¿qué pasaría si unas fotos de esa artista completamente desnuda apareciesen en –pongamos por caso- la revista Interviú? De locos, ¿verdad? Efectivamente, el monarca español –imagen viva de la relación inquebrantable entre Estado e Iglesia católica que pervive en nuestro país aunque la Constitución diga lo contrario- nunca se divorciaría, antes se escaparía en secreto a retozar con una hipotética –hipotética, he dicho hipotética, ¿vale, señores del CNI?- amante. Pero, fabulando mucho, si se diese el caso y el Rey de España se divorciase..., lo que no haría es casarse con alguien que no tuviese un pasado intachable y decoroso. Sólo tenéis que ver lo que pasó entre su hijo Felipe y la modelo Eva Sannum. Pues bien piltrafillas, lo que os he contado no ha pasado aquí, moderno país en el que a Su Majestad ni se le ocurriría hacerlo, más que nada por no tener que asistir al cisma que en nuestra sociedad se produciría, al escándalo que tendría lugar en las páginas de los periódicos y a las peleas dialécticas -o a puñetazo limpio- que se verían en los programas de televisión programados a tal efecto. En cambio, por si no lo sabíais, todo lo que os he explicado ha pasado en Francia. Sí piltrafillas, en el país vecino, el Presidente de la República, don Nicolas Sarkozy –un saludo desde esta humilde página- se ha divorciado de su esposa y madre de sus hijos y –en corto espacio de tiempo- se ha casado con la modelo y cantante Carla Bruni, artista a la que –a lo largo de su carrera- se le tomaron varias fotografías desnuda, fotografías que –como es natural- las más avezadas publicaciones se están afanando por publicar. Y si en nuestro país –de haberse dado una situación tan poco probable como esta- el CNI hubiese secuestrado cualquier imagen de ese tipo, me parece a mi que en Francia ha sido precisamente el bueno de Nicolas el que ha favorecido que saliesen a la luz. Porque, no nos engañemos amiguitos, la Bruni –que en su época era preciosa, o así me lo parece- en la actualidad ha perdido parte de su atractivo físico. El hecho es de lo más natural -la edad pasa para todas-, pero imaginemos un tipo bajito y feúcho que se lía con una mujer alta y guapa, ¿qué es lo primero que hace?, contárselo a los amigos, ¿a que sí?. Eso, y exagerar lo más posible las características físicas de su conquista. Pues eso. Dicen que quien tuvo, retuvo, pero si se trata de alardear siempre es mejor que los amigotes conozcan a la novia en plenitud de facultades, da más envidia. Así, imagino a Nicolas leyendo en algunos periódicos como se ríen de su estatura y de como a él le fabrican zapatos con alza mientras a la Primera Dama le hacen calzar zapatos de suela plana, pero satisfecho al ver como en las revistas aparecen fotos de su amor sin un ápice de celulitis y con las tetas firmes, todo un regalo para su hombría. Lo mejor, los guiños de complicidad masculina que le dedican Berlusconi, Rodríguez Zapatero o Gordon Brown. Lo peor, lo mal que lo está haciendo como jefe de estado a tenor del resultado de las encuestas de popularidad que nos llegan del país vecino. Angela Merkel está encantada.

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