domingo, 31 de mayo de 2020

Al filo del hacha (1988)


Pues ya estamos a domingo otra vez y hoy toca que os hable de Al filo del hacha, un slasher giallesco dirigido por nuestro internacional José Ramón Larraz. Con José Frade a la coproducción –uno de los productores más importantes de la historia del cine español aunque más conocido por el gran público por haber engañado largo tiempo a su esposa con la vedette Norma Duval–, la cinta está protagonizada por actores de nuestro país como Alicia Moro o Conrado San Martín y norteamericanos como Barton Faulks, Christina Marie Lane, Patty Shepard y Jack Taylor, aunque estos dos últimos establecieron su residencia en España en los años 60, llegando a trabajar para numerosas producciones y coproducciones nacionales. La historia que la película nos cuenta tiene lugar en California y se inicia con una mujer asesinada en un túnel de lavado por un tipo con una máscara blanca a lo Mike Myers. Luego vemos a Gerald, el joven protagonista, un enamorado de los ordenadores –es bastante ridículo ver con ojos de hoy el equipo informático que tiene– instalado en una cabaña alejada del pueblo. Poco después encuentra con un amigo el cadáver de otra mujer muerta. Gerald no tardará en conocer a Lillian, una chica que también está interesada en el mundo de los ordenadores y con la que intentará descubrir quién es el culpable que atemoriza a la localidad. Mientras tanto, en el pueblo seguirán produciéndose víctimas a manos del misterioso asesino del hacha. 


La verdad es que sin ser nada del otro mundo, si uno la afronta como lo que es –un producto de serie B que con vocación puramente palomitera se alimenta de los elementos del slasher con giros de guión y pinceladas de giallo–, esta Al filo del hacha resulta entretenida. Eso sí, a mi me gustan más por ejemplo otras cintas del realizador de las que ya os he hablado en este blog, como Emma, puertas oscuras (aquí) o Las hijas de Drácula (aquí). Además, cuando el propio Larraz se arrepentía de cómo le había quedado la película, digamos que no queda demasiado por decir. Las interpretaciones tampoco es que destaquen en absoluto y –siendo un slasher– le falta sangre y garra en las escenas de asesinatos, que quedan confusas y poco llamativas. Los efectos de maquillaje tampoco es que sean para tirar cohetes, más bien lo contrario. Total, una películilla para pasar el rato y tener en estima como otro de esos ejemplos de cine de género hecho por profesionales de nuestro país con vocación de entretener y dar beneficios a la industria.

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