El lunes por la mañana nos trasladamos hasta Queens, concretamente a su barrio de Astoria, por donde damos un paseo bajo un sol de justicia siempre en dirección al East River. Desde Hallett’s Cove beach se nos ofrecen unas estupendas vistas de la parte norte de Roosvelt Island en primer término y de Manhattan al fondo mientras nos inunda el olor a mar (recordad que el East River es en realidad una manga del Atlántico). Luego regresamos alternando entre la 30th y la 31st Avenue hasta llegar al paso elevado del metro de la 31st St para regresar a Bowery St, donde me como unas salchichas ahumadas con puré y salsa estupendas, que remojo con dos pintas de una fantástica Kona Big Wave Golden Ale hasta entonces desconocida para mi.
Tras dar un paseo por el SoHo bajo un cielo que comienza a nublarse pasando por el Elizabeth Street Garden en dirección a Little Italy –en la Gelateria Polo Sud del premiado Giacomo d’Alessandro nos tomamos un helado de melocotón sublime– llegamos al hotel justo a tiempo de salvarnos de la lluvia.
Después de la siesta, como la lluvia no remite y mis pies ya están para el arrastre –ya no soy un mozalbete, qué le vamos a hacer– me dedico a mira películas en el canal HBO latino mientras mi mujer y mi hija se pasan horas por las tiendas de Little Italy comprando souvenirs. Y por la noche, cuando cesa la lluvia, decidimos que –estando tan cerca de Chinatown– es un buen momento para cenar comida china, cosa que hacemos antes de dar por terminado el día.
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Después de la siesta, como la lluvia no remite y mis pies ya están para el arrastre –ya no soy un mozalbete, qué le vamos a hacer– me dedico a mira películas en el canal HBO latino mientras mi mujer y mi hija se pasan horas por las tiendas de Little Italy comprando souvenirs. Y por la noche, cuando cesa la lluvia, decidimos que –estando tan cerca de Chinatown– es un buen momento para cenar comida china, cosa que hacemos antes de dar por terminado el día.
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