Llegada la hora de comer, nos dirigimos al Katz’s del Lower East Side, un establecimiento que lleva más de 100 años sirviendo bocadillos de pastrami para los neoyorquinos. Mi mujer y mi hija compartieron un sandwich, pero yo me metí entre pecho y espalda ese suculento bocadillo de lonchas finas de carne ahumada y cocida, enterito, con su mostaza, su pan de centeno y los trozos de pepino y tomate encurtidos con que se acompaña.
Evidentemente hacía falta caminar para ayudar a que bajara por lo que al salir echamos a andar hacia el East Village con el único objetivo –por mi parte– de fotgrafíar la fachada del 96 de Saint Mark’s Place. No hace falta decir más, ¿no?
Evidentemente hacía falta caminar para ayudar a que bajara por lo que al salir echamos a andar hacia el East Village con el único objetivo –por mi parte– de fotgrafíar la fachada del 96 de Saint Mark’s Place. No hace falta decir más, ¿no?
Y ya de regreso al hotel, pasamos ante el puente de Williamsburg que junto al de Queensboro, Manhattan y Brooklyn unen Manhattan con Queens y Brooklyn sobre el East River, que en realidad no es un río sino el mar (ya que los distritos de Queens y Brooklyn están en el extremo occidental de Long Island, una isla de 190 km de largo).
Por la tarde, tras la siesta, cruzamos Chinatown para dirigirnos a Battery Park y coger el ferry a Staten Island, más que nada porque es gratuito y permite observar Manhattan desde el mar y pasar cerca de la Statue of Liberty. En Staten Island me tomo dos pintas de Brooklyn Lager y regresamos en un trayecto movidito por culpa de una tormenta con fuerte aparato eléctrico que llega desde New Jersey y que no permite que hagamos el viaje de vuelta en cubierta exterior. Ya en el barrio, cenamos una hamburguesa en Broome St.
Anterior
Anterior
No hay comentarios:
Publicar un comentario