Inauguro la tanda de reseñas cinematográficas de hoy con Caza a la espía, el relato de un escándalo –uno más- que salpicó al gabinete de George W. Bush durante la invasión de Irak llegando a provocar la dimisión de un alto cargo de la administración. El argumento se centra en la historia real de Valerie Plame y Joe Wilson, un diplomático que es enviado a Níger para recabar datos sobre una posible trama de tráfico de componentes nucleares con destino a Irak. El informe que presenta –así como los análisis sobre el terreno que la CIA está llevando a cabo- parecen demostrar que no existe ni esa trama ni programa nuclear alguno en Irak. Aún así, la Casa Blanca interpreta los informes a su gusto y justifica la invasión de dicho país. Cuando Wilson hace públicas sus conclusiones y acusa a la administración Bush de llevar a los Estados Unidos a la guerra a causa de oscuros intereses, la oficina de la vicepresidencia filtra a la prensa que la esposa de Wilson, Valerie Plame, es en realidad una agente de la CIA.
En Caza a la espía nos encontramos a unos espléndidos Naomi Watts y Sean Penn encarnando a ese matrimonio de patriotas –sí amiguitos, durante la película hay diversas dosis de esa moralina que tanto gusta a los norteamericanos- que tras servir a su país durante años, son presentados ante la opinión pública como traidores, comunistas –ya sabemos que para el norteamericano medio, sea demórata o republicano, ese apelativo es como la peste- y poco menos que un par de advenedizos aprovechados a la búsqueda de notoriedad. La película no gustará a los papanatas que se creyeron las mentiras de Bush, Blair y Aznar, pero expone de una manera clara –basándose en el hecho puntual del escándalo Plame- lo que muchos imaginábamos en su momento. Distraída y muy interesante, Caza a la espía es, más que un thriller político, una especie de documental teatralizado, una historia que –pese a estar basada en los libros que escribieron los protagonistas de este suceso, por lo que es bastante subjetiva- pone otra pieza en la explicación de la aparentemente gran mentira que supuso la invasión de Irak, un tema del que estoy convencido que aún no conocemos en toda su totalidad y quizás nunca lleguemos a conocer. Recomendada.
En Caza a la espía nos encontramos a unos espléndidos Naomi Watts y Sean Penn encarnando a ese matrimonio de patriotas –sí amiguitos, durante la película hay diversas dosis de esa moralina que tanto gusta a los norteamericanos- que tras servir a su país durante años, son presentados ante la opinión pública como traidores, comunistas –ya sabemos que para el norteamericano medio, sea demórata o republicano, ese apelativo es como la peste- y poco menos que un par de advenedizos aprovechados a la búsqueda de notoriedad. La película no gustará a los papanatas que se creyeron las mentiras de Bush, Blair y Aznar, pero expone de una manera clara –basándose en el hecho puntual del escándalo Plame- lo que muchos imaginábamos en su momento. Distraída y muy interesante, Caza a la espía es, más que un thriller político, una especie de documental teatralizado, una historia que –pese a estar basada en los libros que escribieron los protagonistas de este suceso, por lo que es bastante subjetiva- pone otra pieza en la explicación de la aparentemente gran mentira que supuso la invasión de Irak, un tema del que estoy convencido que aún no conocemos en toda su totalidad y quizás nunca lleguemos a conocer. Recomendada.
1 comentario:
Prometo verla
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