domingo, 20 de marzo de 2011

Seven women for Satan





Amiguitos, aquí estoy de nuevo preparado para comentaros las películas que he visto este fin de semana y dar inicio así a una de las secciones menos comentadas pero más consultadas de este humilde blog. La cinta con la que inauguraré mis entradas cinematográficas de este domingo es la mderadamente interesante Seven women for Satan, una película francesa cuya publicidad asegura que fue prohibida en su propio país a causa de su extrema combinación de violencia y sexo. Sin embargo, no hay para tanto. El argumento nos cuenta la historia de un Conde de nuestros días –de hecho, la película tuvo el título francés de Les week-ends maléfiques du Count Zaroff- obsesionado por los malvados actos de sus ancestros, que disfrutaban torturando a jovencitas en los sótanos de su mansión.
Piltrafillas, estrenada en 1976, esta Seven women for Satan es una simpática peliculilla de pretendido horror softcore –muy pero que muy soft- que ciertamente no pasará a a historia como uno de los títulos indispensables del género.




Su comienzo con el Conde a caballo persiguiendo por la campiña junto a su Gran Danés a una joven desnuda que acaba falleciendo al caer por un precipicio –escena mal resuelta y mal interpretada- ya nos da una idea de que clase de casposa cinta sexploitation de baja calidad nos vamos a encontrar, es decir, una pequeña y simple delicatessen para frikis a los que nos gusta este cine de evasión pura sin complicaciones intelectuales que mezcla la sangre –muy poca, la verdad- las nalgas y las tetas de incautas jóvenes que suben alegremente a los coches de desconocidos o aceptan pasar la noche en su casa sin sospechar –no hay quien se lo crea- que van a convertirse en juguetes sexuales o algo peor. Si le sumamos las visiones eróticas que sufre el Conde mientras trabaja en su despacho o las apariciones del espíritu de una misteriosa mujer que le atormentan tendremos el resumen de lo que esta cinta nos puede ofrecer. En fin piltrafillas, otra cinta de la escuela de Jean Rollin y Jesús Franco para degustar sin complejos siempre y cuando no se espere encontrar en ella a lo mejor del cine europeo y se tenga a mano algo de whisky o similar con la que adormecer el cerebro.

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