Este hombre o mejor dicho, su personaje, fue el culpable de que muchos de nosotros correteásemos en el patio del colegio haciendo que cabalgábamos -con ese gesto tan patético de dar saltitos a la vez que con una mano fingíamos coger unas riendas y con la otra nos dábamos entre el muslo y la nalga- y comprásemos en los quioscos navajas de plástico. Os hablo, piltrafillas míos, del sin par, el inconmensurable CURRO JIMÉNEZ (un fuerte aplauso para Sancho Gracia). Como otras cosas de mi infancia, muchos de vosotros no entenderéis que podía tener de glamouroso una serie de bandoleros -si vieseis sus guiones aún lo entenderíais menos-, pero en la época esta serie fue todo un hito. Algunos de nosotros aún recordamos aquellas tardes de soldados franceses -tontos, tontísimos-, mesoneras rollizas y salteadores de caminos -o sea, delincuentes- que, sin embargo, nos resultaban simpáticos.
domingo, 20 de julio de 2008
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