Estamos en pleno verano, y con él han llegado los calores y algunos recuerdos de infancia. Ignoro si todavía se fabrican, pero cuando yo era pequeño, los niños que no teníamos dinero para tener una casa en el campo o pagar un hotel, teníamos que contentarnos -y eso con suerte- en ir al pueblo de los abuelos o los tíos a pasar unos meses. Allí, como lo normal era que nuestros familiares tampoco es que fuesen los ricos del lugar, nos dábamos con un canto en los dientes si podíamos disfrutar de la piscina de alguien. Pero, mucho antes de que las piscinas municipales fuesen una realidad, lo más de lo más, lo que marcaba la diferencia en un jardín era tener una Piscina TOI. Aún me parece estar oyendo la cantinela de la publicidad en televisión. En fin, la nostalgia que ataca de nuevo, piltrafillas. Por cierto. Algunos teníamos más suerte que los otros niños y, además de la piscina, teníamos primas, chicas de pueblo, recias y acostumbradas al sol, que nos ignoraban -es la verdad, qué le vamos a hacer- pero nos alegraban la vista. Si alguna vez os encontráis con la Guadalupe le dais un beso de mi parte.
martes, 22 de julio de 2008
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