Aquí van dos críticas más. Aunque tampoco -os lo he repetido hasta la saciedad- me hagáis demasiado caso. Alguien a quien le gusta el erotic-gore japonés pero que le encantó Little Miss Sunshine no puede ser de fiar.
Comenzaré con Yo, robot, una peliculilla de acción basada en los relatos de Isaac Asimov que me pareció bastante decente. Los efectos especiales, sin ser nada del otro mundo, están logrados y las escenas de persecuciones -tampoco es que haya tantas- están rodadas con acierto. Típico cine de palomitas y bebida azucarada. Para pasar el rato y distraerse, que ya es mucho. Ahora que lo pienso -no todo iba a ser bueno-, quizás hubiese resultado mucho más creíble -es una manera de hablar- si el policía protagonista lo hubiese interpretado, pongamos por caso, el chulesco Bruce Willis. Y es que a Will Smith, por mucho que lo intentemos -él y yo- no puedo dejar de verle haciendo el ganso en la mansión de Bel-Air de sus tíos. La segunda crítica versa sobre La vida de los otros. Si no la habéis visto os la recomiendo. Acción nula, intriga nula, ausencia de efectos especiales... pero el retrato de una sociedad en la que el Gran Hermano de Orwell se hizo real como la vida misma, una sociedad en la que la delación y el control del prójimo alcanzó unas cotas agobiantes. La vida de los otros es la historia de una pieza humana de ese engranaje, las dudas e interrogantes que se le plantean ante la perversión de un sistema en el que hasta el momento ha creído y su respuesta ante todo ello, en definitiva, la constatación de que también pueden existir peones íntegros en la base de un sistema corrupto. Gris y tristemente bella.
Comenzaré con Yo, robot, una peliculilla de acción basada en los relatos de Isaac Asimov que me pareció bastante decente. Los efectos especiales, sin ser nada del otro mundo, están logrados y las escenas de persecuciones -tampoco es que haya tantas- están rodadas con acierto. Típico cine de palomitas y bebida azucarada. Para pasar el rato y distraerse, que ya es mucho. Ahora que lo pienso -no todo iba a ser bueno-, quizás hubiese resultado mucho más creíble -es una manera de hablar- si el policía protagonista lo hubiese interpretado, pongamos por caso, el chulesco Bruce Willis. Y es que a Will Smith, por mucho que lo intentemos -él y yo- no puedo dejar de verle haciendo el ganso en la mansión de Bel-Air de sus tíos. La segunda crítica versa sobre La vida de los otros. Si no la habéis visto os la recomiendo. Acción nula, intriga nula, ausencia de efectos especiales... pero el retrato de una sociedad en la que el Gran Hermano de Orwell se hizo real como la vida misma, una sociedad en la que la delación y el control del prójimo alcanzó unas cotas agobiantes. La vida de los otros es la historia de una pieza humana de ese engranaje, las dudas e interrogantes que se le plantean ante la perversión de un sistema en el que hasta el momento ha creído y su respuesta ante todo ello, en definitiva, la constatación de que también pueden existir peones íntegros en la base de un sistema corrupto. Gris y tristemente bella.
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