sábado, 26 de julio de 2008

Frances the mute


Amiguitos, ya había oído hablar de ellos anteriormente pero debo admitir que nunca había escuchado su música. Sin embargo, cuando leí en una revista musical –la mítica Popular 1, para más señas- un resumen de la historia (1) que explicaba su álbum Frances the mute –algo así como Paca, la muda un título que sin duda es una broma sobre Francis, the mule-, no pude resistirme a su embrujo y me dediqué a buscar las canciones que conformaban tan extraña obra. Ojalá algún día un productor de Hollywood falto de inspiración decida echar mano de sus CD’s de rock y se inspire en alguno de esos álbumes conceptuales para llamar a un realizador competente y encargarle una película.

(1) La historia cuenta como Vismund Cygnus, drogadicto y seropositivo, hijo abandonado fruto de una violación múltiple, odia el mundo que le rodea y le gusta ofrecer servicios sexuales sin protección. Desea averiguar su verdadero origen y planea vengarse de los sacerdotes que violaron y asesinaron a su madre sordomuda –la Frances del título- y le infectaron de SIDA cuando nació. En su periplo encuentra a su tía L’via, a su abuela Miranda... y a su oscura gemela, Cassandra Gemini.
 

The Mars Volta son un grupo norteamericano de rock-progresivo-experimental fundado por un par de genios/frikis que atienden por los nombres de Cedric Bixler y Omar Rodríguez. Hace falta ser muy abierto en lo que a gustos musicales se refiere para intentar acercarse a la obra enérgica, psicótica y críptica de este par. Influenciados por Led Zeppelin, King Crimson, el Jazz, el Punk o los ritmos latinos –en sus canciones acostumbran a incluir también pasajes en algo parecido al español cubano-, las canciones que componen alternan fragmentos de guitarras psicodélicas con música ambiental o incluso salsa. La imagen que adjunto corresponde a la portada de la obra que os comento. Admito que no he podido finalizar la audición de uno solo de los temas que componen Frances the mute..., a excepción de L’via L’viaquez, una joya de más de 12 minutos de duración que podría considerarse una mezcla de los primerizos Pink Floyd con melodías afro-latinas. Es un tema que –si tenéis un momento- os recomiendo que escuchéis atentamente, de principio a fin -un par de veces o tres-, relajados, acompañados de un vodka con limón. No os defraudará, ¡palabra de King!

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