Ahora piltrafillas me toca hablaros de Cementerio Yakuza. En esta cinta, un joven lavaplatos se convierte en el protegido de un padrino de la yakuza como regalo por salvarle la vida en un tiroteo. A partir de ahí, el recién ascendido al Olimpo de los los criminales sembrará las calles de Tokyo con la sangre de todo aquel que se le ponga por delante. Pero este asesino al que todos temen y que goza del reconocimiento del jefe del clan Sawada cometerá un error estúpido. Amiguitos, se trata de una nueva película de un antiguo conocido de este espacio de cine, el japonés Takashi Miike.
En la cinta se nos retrata el funcionamiento de los clanes yakuza, -familias del delito en las que sus miembros se llaman hermanos o tíos, dependiendo del rango- unos gangsters engreídos, violentos, traicioneros, vengativos y misóginos que el cine nos ha presentado frecuentemente como los parientes bien educados de la mafia norteamericana, unos delincuentes con código de honor, cierto halo de romanticismo y –de alguna manera- ligeramente atractivos para la sociedad. Sin embargo, se trata de la misma escoria endiosada que demuestra tener escaso respeto por la gente “normal”, y que sólo persigue hacerse con el control de los negocios ilegales –sexo, juego, droga- de las grandes ciudades, sean Nueva York o Tokyo. Amiguitos, la película es sangrienta, pero no ensalza la violencia, ni tan sólo la muestra coreografiada y con un tratamiento estético, nos la muestra en toda su crudeza, para que veamos que el mundo yakuza es un mundo oscuro, poco cinematográfico en realidad. Me ha gustado en ese sentido.
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