El día de nuestro 25º aniversario de boda, razón de esta pequeña escapada, nos dirigimos de nuevo a la Stazione Centrale para coger un tren a Verona. Y es que, ¿qué mejor destino para esa fecha señalada que el lugar en el que transcurre la shakespeariana Romeo and Juliet? Es cursi, lo sé, pero uno es así de romanticón pese a la apariencia de metalhead de vuelta de todo.
Total, que llegados a la ciudad del Véneto cruzada por el río Adigio, iniciamos nuestro paseo junto al anfiteatro de la Arena de Verona callejeando hasta la Piazza delle Erbe, la más antigua de la ciudad al ser en origen un foro romano –ahora jalonada de majestuosos palacios medievales–, un lugar precioso donde tomamos un aperitivo de aceitunas y patatitas con un Negroni mejorable en su composición aunque no en el entorno.
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