jueves, 10 de marzo de 2022

Milano (e altri bei posti) Parte VI


Abandonamos Como dispuestos a navegar por el lago que, si bien no es el más grande de Italia, sí es el más profundo. A casi 200 metros sobre el nivel del mar, tiene forma de Y invertida y –alimentado por las aguas del río Adda– se extiende sobre una cuenca alpina rodeada de altas montañas y alberga en sus orillas a numerosas poblaciones, algunas de las cuales se caracterizan por una gran belleza. Nuestra primera parada fue en la señorial Bellagio, que –con el sobrenombre de la perla del lago– se asienta en la punta de la península que separa en dos brazos la parte sur del lago y ofrecía unas vistas extraordinarias de las cumbres nevadas de los Alpes. Pese a ello, no me llamó demasiado la atención –en parte quizás y solo quizás porque tenía hambre y estaba más centrado en buscar un sitio para comer– y no tomé ni una sola fotografía de sus callejas empinadas llenas de peldaños. Lo que sí fue de impresión es el foie con pera confitada y reducción de Oporto y la melanzane alla parmigiana que me metí entre pecho y espalda. 
 

Muchísimo más bonita nos pareció la localidad de Varenna, nuestra siguiente parada antes de coger el tren de regreso a Milán. Sus calles y algunos rincones a esa hora de la tarde en la que el sol comenzaba a adquirir un tono anaranjado invitaban al relajo y al disfrute de las vistas, además de a tomarme la preceptiva cerveza de la tarde. Mención especial merece la pasarela del lago con un marcado carácter romántico –también conocida como el paseo de los enamorados– en donde incluso me hice una foto con mi mujer junto a un corazón de hierro forjado que, por supuesto, no veréis aquí.
 

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