viernes, 11 de marzo de 2022

Milano (e altri bei posti) Parte VII


Y después de la visita al Lago di Como, la noche aún daba para disfrutar de un paseo antes de cenar. Así, desde la Stazione Centrale, enorme edificio inaugurado a principio de los años 30 del siglo pasado que supone una mezcla de estilos en la que predomina el Art Nouveau, pasamos ante la Mela Reintegrata, una manzana remendada de metal, yeso y mármol que inicialmente se colocó cubierta de césped en la plaza del Duomo para concienciar sobre el medio ambiente y tras unos años encontró en la Piazza Duca d’Aosta su ubicación definitiva. En una esquina de la plaza se encuentra el Pirellone, rascacielos que en los años 60 supuso dar una imagen de modernidad a la ciudad. Resulta que, según la tradición, ningún edificio de Milán puede ser más alto que la Madonnina. De hecho no fue hasta mediados de los años 50 que la Torre Breda superó sus 108,5 metros. Apenas eran 9 metros más, pero en el Pirellone, que tiene 127 metros de altura se consideró necesario fabricar una copia de la Madonnina y colocarla en la cima del edificio. Respeto o superstición, me parece un gesto simpático. 
 

Desde ahí caminamos hasta el Castello Sforzesco. Eché en falta haberlo disfrutado de día, sobre todo recorriendo el anexo Parque Sempione, pero no lo cambio por el día en el lago ni por la visita que haríamos al día siguiente. Y de ahí, tras pasar por la Piazza dei Mercanti, acabamos cenando en una pizzeria de la zona. La serie de hoy finaliza con imágenes del Duomo –y van– y de la Galería Vittorio Emanuele II, esta vez de noche.
 

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