Piltrafillas, ¿en qué cabeza con un mínimo de dedos de frente no cabe la verdad como un templo de que una ley aprobada en la España de hace 35 años no puede representar a la sociedad actual y sus necesidades? El dictador nacionalcatólico muerto tan solo tres años antes y muy presente aún entre sus acólitos –sobre todo en el ejército y ciertos estamentos de la política-, un grupo terrorista armado independentista activo, grupúsculos fascistas en el entramado íntimo de las fuerzas de seguridad, la voluntad de casi todos por evitar la venganza o el revanchismo... factores que en medio de un frágil equilibrio social fundamentaron las bases de una Constitución que era necesaria pero nacía bajo mínimos, con intención de contentar a casi todos y con miedo a ser demasiado osada con peligro de quedar en papel mojado antes de tan siquiera poderse aplicar, una Constitución contra la que votó el infame José María Aznar –no lo olvidemos, aunque se le llene la bocaza autocalificándose de demócrata- y de la que cuatro de sus siete ponentes ya han fallecido. Repito ¿quién con un mínimo de juicio no ve que ese librito está obsoleto?
Habrá quien querrá quemarla. No es mi caso, quizás sea el secreto deseo de muchos de los que se denominan patriotas. Sin embargo, lo que sí quiero es reformarla de arriba a abajo, actualizarla y –por supuesto- hacerla cumplir sin una sola grieta. Pero amigos, la mayoría de la clase política se ha puesto de acuerdo para apropiarse de la carta magna –un instrumento que debería estar al servicio del pueblo- y declararla intocable. Y es que ahora son ellos los depositarios del poder, los que tienen las llaves del presente y del futuro de varias generaciones, incluyendo las que en 1978 no teníamos edad para votar. Tienen pavor a que seamos los ciudadanos de a pie los que decidamos el mundo en el que queremos vivir y la manera en la que deseamos hacerlo.
Piltrafillas, tengámoslo claro, la Constitución no es inamovible, ese papel no es definitivo, sus artículos no están grabados en granito, pero somos tan inútiles e incapaces de rebelarnos ante los impresentables que nos gobiernan que –como en el resto de desmanes a los que asistimos- pegamos cuatro gritos, escribimos cuatro chorradas en las redes sociales... y regresamos a nuestros cubiles con la cabeza gacha. En fin, que soy tan culpable como el que más y quizás tengo lo que me merezco, pero lo que no haré será la pantomima de celebrar hoy algo que no siento como propio.
10 comentarios:
Yo que usted me ponía el mono y me iba a la oficina a trabajar, como modo de protesta, jajaja. King Piltrafilla for President!!
Una cosa no quita la otra. Hoy es festivo y no trabajo. Si no fuese hoy, sería otro día. También como en familia por Navidad y soy ateo, y por Reyes pobre de de mi si no le regalo algo a la parienta. Pero no me dirá alguién cultivado e inteligente como usted que ese Constitución no está obsoleta en la sociedad actual.
¿Quiere decir que los que la redactaron no eran inteligentes y cultivados? Bueno, la verdad es que -como usted, supongo, pues le supongo con un sentido común muy elevado- no he leído la constitución de cabo a rabo ni por asomo. Eso sí, supongo que, como todo, tendrá que adaptarse a los nuevos tiempos y habrá que modificar lo que convenga para bien de nuestra nación, España (jaja), de la que todos y cada uno de nosotros formamos parte, y que tendremos que levantar entre todos desde el puesto que nos corresponde, en lugar de tirarnos los trastos constantemente por un quítame allá esas gayolas. Pero todo esto que digo quizá sean solo palabras que no significan absolutamente nada. O sí. ¿Qué cambiaría usted de la sacrosanta Constitución de Ehpaña?
No me juegue a "King, sal a la pizarra".
No digo que los que la redactaron no fuesen inteligentes ni cultivados. Claro que lo eran. Pero lo que sirvió para la Transición no sive para ahora. Yo sí la leí. En mi época hubo una asignatura que se llamó CONSTITUCIÓN. Pero ni me acuerdo del articulado, lo confieso.
No sé lo que cambiaría, tendría que leerla punto por punto y expresar mi opinión sobre cada particular. Pero tampoco he leído LA RAZÓN para saber por algunos de sus titulares que no me representa. Pues eso.
Si sé que en el fondo está de acuerdo conmigo!
Jajaja, o sea que no sabe qué es lo que cambiaría, pero cree que habría que cambiarla. ¡Ay, Dios mío, a mí me da que no lo quiere decir en voz alta! jajaja. Venga, arrime el ascua a su sardina y revélenos sus verdaderas pretensiones. (Yo lo quiero a mi lado, Majestad, para siempre).
Básicamente, después de leído su artículo, poco por añadir, quizás matices, quizás mi propia entropía, pero inútil en todo caso, como podrá comprobar.
La base social esta inerme, carente de ideal a seguir, se mece en sus fobias, que con sabiduría el capital envuelto en neoliberalismo se proporciona como retro-sustento.
Quién debe portar la antorcha de ese ideal está tan carcomido e infiltrado que solo es una migaja insignificante en el devenir y un gigante en el ficticio histórico.
Hablar a tu igual de cambiar la relación estado/iglesia católica, el mantenimiento de lo “publico”, la sucesión en la jefatura del estado, el senado, la relación con las comunidades que integran España y no solo eso, inclusive la forma de estado, hace que su vida adquiera de pronto una dimensión de realidad que rechaza, suscitándole animadversión –material combustible azuzado por medios de comunicación, tan libres y liberales- de lo distinto y un refugio/mascara: la corrupción, tras la que dice no poder entregarse pues nada ni nadie lo merece.
Sabedores de esta apática actitud de la razón colectiva, sus señorías, entregadas al liberal pensamiento, siguen concibiendo y sobre todo: desordenando el estado, pues no olvide que un estado débil permitirá mayor grado de libertinaje, flujo de capitales, movilidad de mercancías y trabajadores adocenados… represión, barbarie en definitiva de unos pocos sobre el colectivo, extinguiendo cualquier derecho que como hombres libres tengamos.
Querida, vieja y necesaria Constitución: Permitirán su herrumbre y su orín incapaz de apagar llama alguna, incapaz de servir al pueblo para quién fue creada como garante, quedará olvidada, entonces, será cuando alguien lidere un banderín de enganche y el conflicto quede servido de mala manera, algo, que sus señorías raen, pero que sus dueños ansían como colofón.
Vamos, como lo que yo he dicho, pero con una prosa más florida.
Algo así dije en mi enunciado...
Curioso que modificar el artículo 135 haya sido tan fácil y que hoy se oiga a más de un "demócrata" decir que no se debe tocar la carta magna.
Más que curioso, irritante.
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