Llega al blog un texano al que adoptó una familia de militares y que pasó parte de su infancia en Holanda y diversas localidades de los Estados Unidos. Algo así sólo puede convertirle a uno en dos cosas, un friki o un soldado. Tras el instituto, Kelly se enroló en la U.S. Navy y navegó pintando barcos y ejerciendo de barbero hasta que llegó a San Diego y dejó el ejército para –ahora sí- convertirse en friki. Mientras trabajaba como dependiente de gasolinera y se introducía en el ambiente punk del sur de California, comenzó a pintar óleos en los que el surrealismo pop, el humor y lo macabro se daban la mano. Y en eso sigue.
sábado, 2 de marzo de 2013
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