domingo, 7 de junio de 2020

Sorority babes in the slimeball Bowl-O-Rama (1988)


Para la reseña de hoy he escogido una vez más una de esas películas casposas ochenteras que o no llegaban a nuestro país o lo hacían directamente al circuito del VHS. En esta ocasión se trata de Sorority babes in the slimeball Bowl-O-Rama, una bazofia dirigida y coproducida por el canadiense David DeCoteau cuyo mayor mérito fue el reunir a tres scream queens –heroínas del cine de horror de serie B– como Linnea Quigley, Michelle Bauer y Brinke Stevens. La historia que nos cuenta es la siguiente, poned atención. Tres miembros de una hermandad femenina se disponen a dar la bienvenida a Lisa y Taffy, dos nuevas chicas, lo que supone ponerlas en ropa interior, darles unos azotes y rociarlas con nata. Vamos, una estupidez. Pero a tres gañanes no se les ocurre otra cosa que espiar el rito iniciático e incluso colarse en la casa para verlas desnudas en el baño cuando se limpien. Pero son tan memos que los pillan. Así que, como castigo, las amigas de la hermandad envían a los cinco a robar el trofeo de la bolera de un centro comercial. Allí, despertarán por accidente a un demonio que primero les concederá los deseos que le formulen pero que luego se pondrá juguetón propiciando que las cosas se tuerzan y de qué manera. 


Por suerte, el grupo –o lo que vaya quedando de él– se encontrará con una ladrona que se ha metido en el centro comercial y junto a la que lucharán por mantenerse con vida. En fin amigos, que Sorority babes in the slimeball Bowl-O-Rama es mala de cojones, además de oscura y con un guión y efectos de maquillaje patéticos. Incomprensiblemente, DeCoteau tuvo los santos huevazos de rodar en 2019 una segunda parte codirigida por Stevens en la que también repitió esta como protagonista junto a Quigley y Bauer. Es otro ejemplo de esas películas que son una basura de tal magnitud que cualquier cachondo con ganas de quemar sus neuronas se lo pasará en grande mientras intenta averiguar por qué oscura razón le atraen los montones de guano como este. Además, aparecen un par de escenas con tetas y culos así que ¿qué más se puede pedir? Por cierto, hacer constar que la película que los tres pringados protagonistas están viendo al principio en su televisor no es otra que Creepozoides, el debut de DeCoteau como realizador de serie B un año antes tras unos oscuros inicios en el cine pornográfico. Estoy por buscar esa secuela que os he dicho, mirad lo que os digo.

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