viernes, 1 de junio de 2018

Metallica – Kill’em all (Megaforce – 1983)


No me lo puedo creer, amigos vinileros. Más de mil cien entradas, seis años cumplidos... y aún no hemos hablado nunca de este disco. Es cierto, a lo largo de los años Metallica han perdido punch –al menos hasta el sorprendente Hardwired de hace un par de años– y llegaron a editar cosas como Load y Re-Load con Anton Corbijn como estilista, pero los que escuchamos por primera vez cosas como Phantom Lord –el tema que me hizo fijar en ellos– nunca olvidaremos esa sensación. Así pues, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que este próximo julio se cumplirá su trigésimo quinto aniversario, hoy os traigo Kill’em all


La verdad es que poca introducción se puede hacer a estas alturas de una banda como Metallica y su primer álbum. Lanzado por el visionario Jon Zazula al frente de –la ahora mítica– Megaforce Records, fue el debut de los californianos basado en una demo grabada un año antes que había corrido como la pólvora por el incipiente circuito thrash de la costa oeste. Así pues –obviando la ya conocida marcha traumática de Dave Mustaine y la llegada de su reemplazo desde las filas de Exodus–, la banda grabó en los Music America studios con Paul Curcio a los controles este seminal disco que contó con el line up considerado clásico de Lars Ulrich a la batería, James Hetfield a la guitarra y voces, Kirk Hammett a la guitarra y Cliff Burton al bajo. 

A 
Hit the lights 
The four horsemen 
Motorbreath 
Jump in the fire 
(Anesthesia) Pulling teeth 
Whiplash 

B 
Phantom lord 
No remorse 
Seek & destroy 
Metal militia 


La cara A se inicia con un maremagnum sónico in crescendo que sirve de introducción a Hit the lights. Sorprende la voz punkarra de Hetfield –que en diversos momentos, más que cantar berrea las letras–, el bajo de Burton y el solo de Hammett. En The four horsemen se sigue el mismo patrón, aunque la sorpresa llega aquí en esos cambios de ritmo a mitad del tema. Ese era el atractivo de Metallica, fusionar la rabia de un speed punk con estructuras extraídas de la NWOBHM, cambios complejos de ritmo, interludios calmados y solos a lo guitar hero. Claro que la primera vez que escuché el disco estaba tan alucinado que ni me di cuenta de todo ello. Y así va pasando este temazo hasta meternos de lleno en Motorbreath, verdaderamente espídico otra andanada sónica con guitarras afiladas destroza cerebros en el que queda patente la aún poca calidad vocal de un Hetfield chillón que con el tiempo mejoraría en ese aspecto. Jump in the fire es un temazo en los que la velocidad baja un poco y nos encontramos ante lo que podía ser una canción de la NWOBHM chutada de anabolizantes. ¿Y qué decir de (Anesthesia) Pulling teeth?, un desvarío instrumental de Cliff Burton que aún me deja ensimismado a día de hoy. Y entonces esa bestialidad de Whiplash, ese inicio con los guitarrazos, el bombo, ese chacachacachacachacachacachacachaca de una guitarra, redoble y entrada en pleno a dos guitarras y bajo. Sobre esa andanada, la voz de Hetfield y un temazo al que Hammett le pone la guinda. But we will never stop we will never quit 'cause you're Metallica. Total una cara A que invita, no a pasar de inmediato al lado contrario sino a comenzarla de nuevo para asimilar qué coño es todo eso que acabamos de oír. 


Pero es en la cara B donde encontramos como primer tema la alucinante Phantom lord, que quizás no sea la mejor canción del álbum, pero es la primera que escuché en la radio, en una de esas emisoras piratas de distrito que nos daban a conocer desde una vertiente auditiva lo que algunos ya leíamos en revistas de importación –gracias a los quioscos de Las Ramblas– como Metal Hammer o Hit Parader. Su ritmo es muy parecido a la de Whiplash, aunque la primera vez que la escuché no conocía más que esta por lo que esa batería machacona y esas guitarras me dejaron atontado, entonces un solo rapidísimo y –de pronto– ese interludio para recuperar resuello antes de meternos de nuevo en una sección de alarde guitarrero y otra vez al tema, con un final seco y sin fade outs que valgan. En esa época, lo más metalero que escuchaba eran los Priest joder así que, ya os digo, quizás Phantom lord no sea de lo más destacable de su discografía ni tan siquiera del disco, pero para mi ES EL TEMA. No remorse comienza con la guitarra de Hammett –que no nos engañemos, a mi siempre me ha parecido que para ese álbum tenía un arsenal limitado de licks y punteos que iba combinando según el tema para aportar color a las canciones, pero que el verdadero constructor de riffs era Hetfield– y es otro de esos ejemplos de canción a lo NWOBHM con extra de energía –con homenaje a Maiden incluído–, al menos hasta ese attaaaaaaack! que nos mete en un final espídico. Una estructura similar tiene ese himno para conciertos que es Seek & Destroy, machacón como él solo y con ese drástico cambio de ritmo que precede al solo central antes de regresar a la melodía repetitiva que conduce el tema. El final vuelve a ser pura tralla, con un Ulrich desatado, un bajo galopante y unas guitarras aceradas que envuelven a un Hetfield casi berreante, con ese cambio de ritmo central –nuevo homenaje a Maiden al canto– que precede a ese final “militarizado” con el que se ponían los cimientos oficialmente a la carrera de unos jovenzuelos ilusionados que en los años 90 tocarían el cielo... y el infierno. 


Luego llegó el aplastante Ride the lightning y aquello ya fue imparable. En fin, esto ha sido todo lo que os he querido contar hoy del seminal y mítico Kill’em all, toda una pieza de la historia del heavy metal y de la música del siglo XX en general. 


¡Feliz viernes! 
@KingPiltrafilla

Entrada publicada simultáneamente en ffvinilo.blogspot.com

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