domingo, 17 de junio de 2018

Lady Bird (2017)


Este fin de semana también he visto Lady Bird escrita y dirigida por Greta Gerwig, una realizadora californiana que nos regaló el año pasado esta historia con innegable carga autobiográfica. Protagonizada principalmente por Saoirse Ronan y Laurie Metcalfe –ambas recibieron diversas nominaciones en los Oscar y los BAFTA además de la película, el guión o la propia Gerwig, ganando al final dos Golden Globe–, la historia nos cuenta el día a día de una adolescente en su último año de instituto angustiada por un entorno que la oprime. Así, Catherine desea abandonar el suburbio de Sacramento en el que reside –en el lado equivocado de las vías, en sus palabras– y marcharse a una universdad del este, un lugar que cree mucho más intelectual y evolucionado. En ese sentido, Gerwig nos hace sentir compañeros de viaje de la insegura Lady Bird en el paso a la edad adulta y a lo largo de la cinta asistiremos a la manera en la que afronta sus relaciones con la familia, las amigas y los chicos. 


Lady Bird es una de esas películas que a primera vista parecen no encajar entre mi gustos pero que de tanto en tanto me gusta disfrutar como pequeñas píldoras poéticas entre tanta acción, sangre, erotismo o serie B casposa. Al igual que Patti Cake$ –otra joya en la que destaca Danielle Macdonald, que por cierto aparece también en esta–, nos relata momentos intensos en la vida de un personaje femenino cargado de sueños que debe tomar decisiones importantes que afectarán el resto de su vida. Será porque tengo una hija de diecinueve años o porque me hago mayor, lo cierto es que –si cuentan con estupendas interpretaciones como la de la mencionada Macdonald o la de la fantástica Saoirse Ronan– este tipo de historias me resultan muy interesantes. En fin, recomendada para padres con hijas adolescentes y espectadores con capacidad de emocionarse con los sentimientos. El resto, poneos el mundial de fútbol.

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