domingo, 15 de enero de 2017

Ouija 2: El origen del mal


La primera reseña de hoy se la dedico a Ouija 2: El origen del mal, escrita y dirigida por Mike Flanagan y precuela de Ouija, una cinta de hace dos años de un tal Stiles White en su única incursión como realizador cinematográfico hasta el momento. La historia que nos cuenta transcurre a finales de los años 60 en Los Angeles, en la casa de Alice Zander y sus hijas Lina y Doris. Después de enviudar, Alice se ha dedicado a regentar un negocio de espiritismo. Los contactos con el más allá, los objetos que se mueven, las velas que se apagan... todo es producto de la teatralización y los trucos que la mujer –con la ayuda de sus hijas– lleva a cabo. Sin embargo, no se toman su trabajo como un fraude sino que pretenden ayudar anímicamente a sus clientes con el fin de que superen la pérdida de sus seres queridos, algo que las Zander comprenden perfectamente tras la desaparición del padre de familia tiempo atrás. Un día, la hija adolescente juega con sus amigos a la ouija y convence a su madre para que se haga con un tablero y lo incluya en sus sesiones. Pero una noche la pequeña Doris lo utilizará para contactar con el espíritu de su añorado padre propiciando que se abra la puerta por la que un ente malvado entrará en su cuerpo. 


Amiguitos, El origen del mal está protagonizada por Elizabeth Reaser –actriz de cine y televisión a la que muchos reconoceréis por ser una de las habituales protagonistas de la saga Crepúsculo y que yo conocí en diversos episodios de Anatomía de Grey– como Alice Zander, Annalise Basso como la adolescente Lina Zander –quien ya trabajó con Flanagan en su anterior Oculus–, la estupenda Lulu Wilson como Doris Zander y el mítico Henry Thomas –exacto, ese tipo que siempre será “el niño de E.T.”– como el Padre Tom Hogan. Y si os soy sincero, lo cierto es que después de las críticas devastadoras que consiguió Ouija y al saber que esta era su precuela, no me decidía a verla. Sin embargo, se trata de dos películas totalmente independientes y esta es bastante entretenida. Además, ignoro –dejando a un lado las críticas– cómo sería la anterior, pero el resultado general de Ouija 2 es más que aceptable. En resumen, una historia de ouijas, espíritus malignos y casas malditas, bien rodada, bien ambientada y poco más. Nada nuevo bajo el sol pero perfectamente recomendable para pasar un rato palomitero. Atención a la escena final postcréditos –como si fuese una de Marvel– que enlaza con la mencionada Ouija de 2014.

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