domingo, 16 de agosto de 2015

Musarañas


Bueno amiguitos, pues por fin he visto Musarañas, una película del año pasado a la que tenía ganas. Producida por Álex De la Iglesia, con el nombre bien grande en los carteles, por si alguien picaba esperando encontrar una nueva cinta del bilbaíno, estaba dirigida por Juanfer Andrés –también coguionista y montador– y Esteban Roel. Ambientada en la España de principios de los años 50, el argumento nos cuenta la historia de Montse, una costurera huérfana de madre que sufre agorafobia y vive con su hermana menor desde la desaparición de su padre. Claramente desequilibrada, el único contacto con el exterior lo tiene a través de Doña Puri, fiel clienta que le consigue ciertas sustancias que le hacen la vida más llevadera. Un día, el vecino del piso de arriba se cae por las escaleras y llama a su puerta pidiendo ayuda. Este suceso fortuito abrirá una grieta en el muro que aísla a Montse del mundo real y acabará por destrozar el último atisbo de lucidez que le quedaba. 


Piltrafillas, no esperaré al final de la reseña para recomendaros Musarañas. Tenéis que verla. Pese a contener algunas inverosimilitudes y que el último giro de guión se sospeche desde mucho antes, la verdad es que la cinta vale la pena, siempre y cuando os atraiga el género. Mezcla de película costumbrista de postguerra y la Misery de Stephen King con toques del acervo cultural de la España profunda, Musarañas es horror angustioso y opresivo acentuado por la particular atmósfera que impregna un hogar con largos pasillos –¿para qué las velas, si hay electricidad?–, imaginería religiosa por doquier y el perpetuo luto de la protagonista, una estupenda Macarena Gómez que borda –nunca mejor dicho– el papel de perturbada, que ya había trabajado con De la Iglesia en Las brujas de Zugarramurdi (aquí) y a la que yo descubrí hace unos años en la muy recomendable Sexy Killer, morirás por ella (aquí) y vi más tarde en Carne de neón (aquí). En fin, amiguitos, la típica historia de un ser trastornado que poco a poco va perdiendo el contacto con la realidad hasta desembocar en un inevitable baño de sangre. Disfrutadla, pasaréis un buen rato.

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