domingo, 9 de marzo de 2014

Taeter City


Y ahora le llega el turno a la primera de mis reseñas cinematográficas dominicales, dedicada hoy a Taeter City, una splatter movie de calidad discretita que –pese a todo- me ha aportado una pequeña dosis de esa sangre a la que ya echaba de menos. Pero, ¿qué nos cuenta esta cinta escrita, dirigida y protagonizada por Giulio De Santi? La historia es la de Taeter City, ciudad controlada por La Autoridad, que gracias a un sistema de ondas denominado Zeed System, detecta a los criminales y les obliga a suicidarse. Con sus cuerpos –recogidos por el cuerpo policial The Biker- se provee a los mataderos que confeccionan alimento para la población. En Taeter City no hay delincuencia, no hay violencia y no hay hambre, todo gracias a La Autoridad. Sin embargo, el Zeed System provoca en Trevor Cowalski una mutación y –en lugar de suicidarse- le convierte en un individuo capaz de convertir a los que escuchen su alarido en psicópatas. Así que La Autoridad encarga a tres agentes de The Biker –entre los que destaca Razor, interpretada por una tal Mónica Muñoz- que lo detengan para ser analizado y apartado de la cadena alimentaria. Pero Cowalski escapa y Razor será la única que pueda detenerlo. 


En fin piltrafillas, como os he dicho, Taeter City es puro splatter ochentero lleno de violencia. La película no llega ni a palomitera. Sangre a litros, máscaras de látex reventadas o aplastadas, miembros estrujados, extremidades amputadas, gore bestia pero sin provocar asco, como de dibujos animados como los que se van intercalando a lo largo del metraje con música de metal industrial para hacer propaganda de hamburguesas. No os perdáis la carta de productos de Taeter Burger, con novedades como la Two fingers one eye que harían palidecer a la McRoyal DeLuxe más jugosa... o el plato especial con culo asado y morcilla, que tiene que estar divino. Esto es para frikis muy frikis. Sin embargo la calidad bastante básica de Taeter City y sus actores, más que provocar vuestro rechazo, debería dibujaros una sonrisa nostálgica en la cara, porque si bien los medios de los que ha dispuesto De Santi han sido modernos, el resultado no puede ser más eighties. Ahí lo dejo, ahora la decisión es vuestra.

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